_
_
_
_

El viaje al centro de la derecha chilena

Piñera ha impulsado la modernización de su coalición, pero el pinochetismo sigue siendo fuerte - Los ataques de sus rivales hacen mella en las encuestas

Jorge Marirrodriga

La derecha chilena puede volver esta noche al poder por medio de las urnas, algo que no sucedía desde 1958. Por esas coincidencias que suceden en la historia, el vencedor de aquel año, Jorge Alessandri, se imponía a Eduardo Frei, y 52 años después Sebastián Piñera, el líder de Renovación Nacional, pretende hacer lo mismo con Eduardo Frei, hijo.

El otro derrotado del 58 fue Salvador Allende, y tanto él como Frei padre murieron por el golpe militar de Augusto Pinochet, quien fallecido hace tres años, ha sido uno de los grandes protagonistas de esta campaña electoral. Piñera ha tenido que luchar para sacudirse la sombra del dictador y convertir su hipotético triunfo (las encuestas dan empate técnico pero le han otorgado a él la victoria durante meses) en la demostración de la transformación de la derecha de su país.

Piñera alcanzó acuerdos clave con la Concertación en el Congreso
La izquierda le acusa de ser un cordero en un equipo de lobos
Más información
La derecha chilena vuelve a la presidencia por las urnas medio siglo después

La derecha chilena se divide en dos grandes partidos. Uno es Renovación Nacional (RN), el partido de Sebastián Piñera, un empresario de éxito que manifestó su oposición pública a Pinochet, financió la campaña del plebiscito contra la continuidad del dictador y llegó a militar en la Democracia Cristiana, el partido de su rival en las elecciones de hoy y socio fundamental (junto al Partido Socialista) de la Concertación. El otro es la Unión Democrática Independiente (UDI), formación identificada con el pinochetismo.

La UDI es un partido más fuerte que RN y de hecho es la formación con mayor representación en el Congreso y en el Senado. En las presidenciales de 2000, su líder, Joaquín Lavín, fue derrotado en segunda vuelta por un escasísimo margen (51,31% de votos contra el 48,69%) por el socialista y candidato de la Concertación Ricardo Lagos. Ambos partidos de derechas forman una coalición, de modo que uno de los problemas de Piñera en esta campaña ha sido cómo esquivar los ataques de sus rivales sobre un entorno relacionado con la dictadura.

Piñera ha sido, desde su salida de la DC en 1989, un firme partidario del viaje al centro de la derecha chilena. En su estreno como parlamentario se caracterizó por alcanzar acuerdos clave con la gobernante Concertación. Pero como suele pasar en política, los peores enemigos están en las propias filas. Con presidentes de la Concertación, pero demócrata cristianos, y una derecha pinochetista muy fuerte poco espacio quedaba en el espectro político chileno para una derecha de corte liberal. De modo que Piñera se centró en sus negocios, se convirtió en uno de los hombres más ricos del país y tuvo acceso a los sectores más conservadores que hasta entonces veían en él a un democristiano disidente por pura ansia de poder.

La derrota de la UDI ante Lagos, el primer presidente socialista de Chile desde Allende, hace que el proyecto de Piñera comience a recibir apoyos de sectores posibilistas que entienden que el socialismo no va a convertir a Chile en otra Cuba, como pregonaba la UDI, y que el pinochetismo presentado tal cual no tiene posibilidades de volver al poder.

Uno de los puntos clave del viaje al centro de la derecha de Piñera se produce en las pasadas presidenciales, donde en la primera vuelta se enfrenta directamente a la UDI de Lavín, marcando al electorado la línea entre su proyecto y el pinochetismo. La UDI es derrotada. Y aunque Piñera pierde contra Michelle Bachelet, se confirma como alternativa real de poder. Acude al hotel donde la socialista celebra su victoria a felicitarla personalmente y en la mente de los votantes se instala la percepción de que la alternancia ya es posible.

Pero las matemáticas mandan y Piñera sigue necesitando al pospinochetismo para que le cuadre la aritmética legislativa. Y es por esa brecha por la que se han colado los principales ataques de la Concertación. Mientras Piñera habla de futuro, sus rivales le acusan de querer colocar a partidarios de la dictadura en el Gobierno y de ser, sino un lobo disfrazado de cordero, sí un cordero en un equipo de lobos. Y algo de eso debe de percibir el votante porque así se explica que, sin variar su campaña, su ventaja de 20 puntos en las encuestas se haya esfumado hasta quedar apenas un punto por encima de Frei hijo. Esta noche los chilenos sabrán si el viaje al centro de la derecha chilena ha sido suficiente.

Piñera, ayer, bailando con una niña en un acto de campaña.
Piñera, ayer, bailando con una niña en un acto de campaña.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_