El terrorismo iraquí irrumpe en el Magreb
El grupo inspirado por Zarqaui advierte desde Mauritania que "recuperará" Al Andalus, "expoliada" a los musulmanes
Un 'kamikaze' estrella en Argelia un camión frigorífico repleto de explosivos contra un cuartel y mata a 10 militares
Desde mediados de junio han visitado Rabat el director de la CIA, el del FBI y el asesor antiterrorista de Bush
A su paso por Rabat, el 29 de junio, Robert Mueller, el director del FBI, la policía federal estadounidense, hizo una revelación a sus interlocutores marroquíes, según fuentes conocedoras de la reunión. EE UU había localizado cerca de Adrar, en el norte de Mauritania, a un grupo terrorista de origen iraquí: Ansar el Islam.
Occidentales y regímenes árabes tienen ahora un segundo enemigo en el Magreb, además del Grupo Salafista de Predicación y Combate, que hace seis meses cambió su nombre por el de Al Qaeda.
Capitaneado por Zarqaui, muerto hace un año bajo las bombas norteamericanas, Ansar al Islam tiene un historial sangriento en Irak, pero hasta ahora no actuaba fuera de ese ámbito salvo para reclutar a militantes y recabar apoyo logístico. Cuenta con células en España (sobre todo en Cataluña), en Italia y en Reino Unido.
Horas antes de que llegase Mueller a Rabat, Ansar el Islam anunció su presencia en el Magreb. Colgó en varias páginas web islamistas un comunicado con su consiguiente vídeo en el que declara su "yihad contra este Gobierno [marroquí] de agentes extranjeros con Mohamed VI a la cabeza".
El texto no deja títere con cabeza. Mohamed VI es un "tirano", pero tampoco se libra el Frente Polisario de sus embestidas y los últimos párrafos están dedicados a Al Andalus, la época de esplendor de la España musulmana.
"Al Andalus está ante nuestros ojos y con la ayuda de Alá recuperaremos la tierra del islam, que fue expoliada a nuestros antepasados, cualquiera que sea el tiempo que lleve", concluye el comunicado.
Desde su feudo mauritano, Ansar el Islam no pretende ser un rival de Al Qaeda del Magreb Islámico, sino que alienta sus acciones, pero desea mantener su autonomía, según fuentes de espionaje.
Su empeño por preservar su independencia se debería a dos razones: desconfía del toque localista de los salafistas argelinos por mucho que se proclamen ahora vasallos de Al Qaeda y, gracias al contrabando, posee sus propias fuentes de financiación que no quiere compartir con nadie.
Al Ansar el Islam está compuesto por mauritanos, argelinos y marroquíes. Estos últimos son cada vez más numerosos en los movimientos terroristas, señaló el director del FBI al ministro del Interior marroquí, Chabkib Benmussa, su principal interlocutor en Rabat.
Esta creciente participación marroquí en la yihad explica que en menos de un mes -del 13 de junio al 9 de julio- nada menos que el director de la CIA, Michael Hayden, el del FBI y el asesor del presidente George Bush para la seguridad interior, Frances Fragos Townsend, han visitado Rabat.
Rabat es consciente del peligro que les acecha. El ministro Benmussa convocó el viernes a los principales responsables de las fuerzas de seguridad. Al término de la reunión anunció que las fuerzas de seguridad habían sido puestas en estado de máxima alerta. Entre gendarmes y policías, unos 5.000 hombres más han sido desplegados, sobre todo en zonas turísticas.
La última vez que Marruecos decretó este estado de máxima alerta fue en primavera, cuando entre marzo y abril nada menos que seis kamikazes perdieron la vida antes de alcanzar sus objetivos. Un séptimo candidato al suicidio fue acribillado por la policía y un comisario también resultó muerto.
Las autoridades españolas también se toman en serio la amenaza que se cierne sobre el vecino. El Ministerio de Exteriores español modificó, el 3 de julio, su apreciación del riesgo para los turistas en Marruecos. "Se recomienda encarecidamente extremar las precauciones y evitar lugares concurridos", señala ahora su página web.
Las fuerzas de seguridad españolas temen, por último, que los grupos radicales aprovechen la Operación Paso del Estrecho para colar a sus hombres entre el millón y medio de inmigrantes que, a finales del verano, embarcarán en Tánger, Nador o Ceuta para regresar a sus casas, vía Algeciras o Almería, después de pasar sus vacaciones en su país de origen.
La vigilancia ha sido reforzada para controlar la avalancha de viajeros. "Aun así, es difícil controlar a tanta gente, sobre todo cuando algunos marroquíes presentan una documentación como tarjetas de residencia en Dinamarca o Finlandia, a la que no estamos muy acostumbrados", admite un agente español.
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