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La salida de los partidarios de Fini del Gobierno italiano agudiza la crisis

El presidente llama a los jefes del Parlamento para analizar el futuro de Berlusconi

La crisis del Gobierno italiano está oficialmente abierta. Los partidarios del presidente del Congreso, Gianfranco Fini, abandonan el Ejecutivo de Berlusconi. El viceministro de Fomento, Adolfo Urso, el ministro de Política Europea, Andrea Ronchi, y otros dos subsecretarios presentaron ayer sus dimisiones. Era el paso formal que faltaba para sellar el divorcio entre las dos almas del Pueblo de la Libertad (PDL), el partido que ganó las elecciones en 2008. Por una parte están los fieles del Cavaliere y por el otro los disidentes que a finales de julio siguieron a Fini en la formación del nuevo grupo Futuro y Libertad.

Tras cuatro meses de guerra fría, combatida a fuerza de declaraciones y votaciones ajustadas en el Parlamento, se pasó ayer a la declaración de guerra abierta. Fini dejó claro de una vez que el Gobierno ya no cuenta con el apoyo suyo y de sus hombres. Los diputados que se han quedado en el barco berlusconiano denunciaron "la traición". Los finistas, en cambio, explicaron que "se ha roto la relación de confianza" con los miembros de la ex casa común.

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Con un Gobierno cojo, la incertidumbre es total. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, convocó para hoy a Fini y al presidente del Senado, Renato Schifani, para analizar la situación. El primer ministro tiene que dar por perdido el Congreso, donde está pendiente una moción de censura presentada por la oposición de izquierdas. Su posición es más estable en el Senado, donde sus partidarios presentaron una moción de confianza. Berlusconi se está agarrando a la Cámara Alta como a un salvavidas. El domingo llegó a formular la hipótesis de que se pueda disolver la Cámara baja y votar solo para renovar a sus 630 diputados.

Berlusconi intentará alargar la vida artificial de su Ejecutivo al menos hasta la aprobación de la Ley de Presupuestos para 2011. El Presidente de la República pidió que antes de dar cualquier paso se apruebe una ley fundamental para la estabilidad financiera del país. Los finistas prometieron votar a favor como "acto de responsabilidad". A partir de ahí todos los escenarios son posibles.

Si Berlusconi se queda sin mayoría en ambas Cámaras está obligado a dimitir. Napolitano, como establece la Constitución, tiene que consultar con todas las fuerzas del Parlamento, para tantear si se puede formar una nueva mayoría. Es la opción que acaricia todo el frente anti-Berlusconi. Ya están en marcha las negociaciones previas a nuevas alianzas: Fini guiña el ojo a los partidos católicos del centro y al partido siciliano Movimiento para la Autonomía.

Si no hay una nueva mayoría, Napolitano convocaría las elecciones lo antes posible, dentro de un margen de 70 días. Así que tras la aprobación en diciembre de los Presupuestos, las elecciones generales, previstas para 2013, podrían adelantarse a la primavera. Es la hipótesis que más gusta a la Liga Norte que sabe que puede cosechar mucho apoyo entre los votantes de derechas como alternativa tanto a un Berlusconi desteñido como a un Fini "traidor". Su líder, Umberto Bossi, se reunió anoche con Berlusconi para decidir qué hacer. Si Bossi le presionara, Berlusconi podría dimitir antes de enfrentarse a la moción de censura y pedir al Presidente Napolitano que le vuelva a dar el mandato para hacer cambios en el Gobierno. Es lo que pasó el domingo en Francia y es la salida más decorosa para Il Cavaliere. Sin embargo, los finistas y los centristas se niegan a apoyar otro gobierno presidido por él. Encima de la mesa solo quedan las elecciones adelantadas o un gobierno de acuerdo nacional hasta 2013.

El presidente del Congreso italiano, Gianfranco Fini, en un acto ayer en Roma.
El presidente del Congreso italiano, Gianfranco Fini, en un acto ayer en Roma.AFP

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