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"La revolución egipcia no ha terminado"

Miles de personas vuelven la plaza de la Liberación en El Cairo para pedir que se cumplan las exigencias de la revolución y para protestar contra la lentitud del proceso democrático

"Nuestra revolución continúa". Así de claras dicen las cosas los egipcios en las pancartas que vuelven a pasearse por la plaza de Tahrir, apenas dos semanas antes de que se cumplan seis meses del inicio de la revolución y una después de que la policía dejara mil heridos reprimiendo una protesta pacífica que se convirtió en una batalla campal que duró dieciséis horas.

Si hace un par de meses algunos ciudadanos llamaban a la calma y a retomar la vida normal hoy parecía que también estos se habían visto en la necesidad de volver a tomar las calles para exigir avances en el proceso democrático y en el enjuiciamiento de los responsables de la represión del régimen. La estampa que ofrece la plaza de la Liberación no difiere mucho de la que nuestra retina conserva de lo ocurrido durante aquellos 18 días de protestas que acabaron con el reinado de Hosni Mubarak. Los ciudadanos quieren recuperar el espíritu y la cohesión que se ha diluido con el paso del tiempo y el estancamiento de los avances.

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"El pueblo exige el cumplimiento de las promesas de la primavera árabe", reza otro cartel. Eso es lo que querían ayer los egipcios en vista de cómo están las cosas. Porque las cosas están así: casi 10.000 civiles han sido detenidos desde el fin de la revuelta el pasado 11 de febrero, y han sido o van a ser juzgados en tribunales militares gracias a una Ley de Emergencia que el pasado mayo cumplió 30 años. Mientras tanto, la semana pasada se ponía en libertad a siete oficiales de policía en Suez, que habían sido acusados de ser responsables de la muerte de manifestantes durante la revolución.

Más al norte, en Alejandría, se aplazaba por enésima vez (hasta finales de septiembre), el juicio por la muerte de Khaled Said, el joven de 28 años apaleado por dos policías el 6 de junio de 2010 que fu el germen del movimiento que organizó las protesta del 25 de enero. Aunque los motivos del aplazamiento (aparición de nuevas pruebas que vendrían a cambiar los cargos por detención por el de homicidio), son satisfactorios, los egipcios no dejan de interpretarlos como un signo de la lentitud con que la justicia discurre para llevar a la cárcel a los símbolos del pasado régimen. En ambas ciudades hoy hay réplicas de la protesta de Tahrir.

Indignación contra exministros y militares

Otra guinda para el pastel de la decepción egipcia fue la liberación que se ha producido esta semana de los ministros de Vivienda, Información y Finanzas, acusados de malversación de fondos (aún están pendientes de otros cargos). Pero sólo unos días después de que el exresponsable de la cartera de Interior, Habib El Adly, pidiera el aplazamiento de su causa por el asesinato de 846 manifestantes desarmados, argumentando que el juez y el tribunal son "corruptos". El Adly ha sido condenado a 12 años de cárcel por blanqueo de dinero y enriquecimiento ilícito.

Sólo un oficial ha sido condenado (a muerte), por los asesinatos de la revolución, pero ha tenido que ser en ausencia porque las autoridades no han sido capaces de encontrarle, ni tampoco quedan claras las evidencias que revisó el tribunal para sentenciarle.

Los egipcios no sienten que avance un proceso que se encuentra en manos del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que gobierna el país a las órdenes del mariscal Tantaui, al que los cables de wikileaks describían como "el perrito faldero de Mubarak". Y hasta los Hermanos Musulmanes se han visto obligados a respaldar la protesta por miedo a perder comba con la generación de jóvenes que hizo la revolución y que no se siente identificada con la cúpula dirigente.

Por eso algunos egipcios han vuelto a plantar sus tiendas esta semana en la plaza que fue el corazón de la revuelta y muchos han pasado allí la noche. También han vuelto a unirse los egipcios para rezar, en lo que ya se ha convertido en tradición en las jornadas de protesta que se fijan los viernes, día libre de la semana y de oración comunitaria para los musulmanes. Familias cargadas de banderas no dejan de unirse a la protesta que respira un aire festivo a pesar de que cualquiera de los participantes a los que se pregunte no deje de insistir: "Hemos venido porque queremos que se haga justicia".

Un manifestante egipcio ondea la bandera nacional ante la plaza de la Liberación de El Cairo, que se ha vuelto a llenar con miles de personas que reclaman más democracia
Un manifestante egipcio ondea la bandera nacional ante la plaza de la Liberación de El Cairo, que se ha vuelto a llenar con miles de personas que reclaman más democraciaMOHAMED ABD EL GHANY - REUTERS

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