La multitud mantiene el desafío para echar a Mubarak del poder
La plaza de la Liberación se convierte en un clamor contra el presidente de Egipto en el día en el que la población espera su salida del Gobierno.- "¡No nos vamos hasta que él se vaya!", han gritado al unísono
"¡Se va, se va!" y "¡No nos vamos hasta que él se vaya!". Es el grito unánime lanzado por los cientos de miles de personas congregadas en la plaza de la Liberación de El Cairo. Ha comenzado en el momento justo en el que el rezo del viernes concluía, una oración en la que se han unido musulmanes y cristianos. La lucha para echar del poder al presidente Hosni Mubarak ha llegado a un día clave, la jornada en la que los opositores esperan el abandono. Por eso este viernes fue bautizado como el día de la despedida. Pese a la violencia incontrolada, pero instigada por el régimen, en los últimos días, el movimiento opositor ha vuelto a exhibir su fortaleza y mantiene la esperanza en el cambio. Con el presidente encerrado en su palacio, el ministro de Defensa ha acudido a la plaza donde se concentran los anti-Mubarak, y también donde hoy el Ejército se ha aplicado para evitar nuevos enfrentamientos. Mientras, Washington está mediando para que el presidente egipcio dimita tras 29 años en el poder.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ha asegurado en su conferencia de prensa diaria que EE UU espera "pasos concretos" para avanzar en la transición. También ha rechazado el argumento esgrimido ayer por el presidente egipcio, quien aseguró ayer que quería irse pero su marcha provocaría un caos. "Hay medidas que él [Mubarak] y el vicepresidente (Omar Suleimán) podrían adoptar para avanzar hacia un cambio real, que podría reducir la inestabilidad y evitar que el país caiga en el 'caos' que él describe", ha respondido Gibbs. La transición debe consistir en "reformas auténticas" y no limitarse a "meros gestos" hacia la oposición, ha añadido el presidente de EE UU, Barack Obama, en una comparecencia posterior. Sin embargo, no parece que Mubarak y su núcleo duro estén dispuestos a aceptar la solución que Washington propone: la marcha del rais.
Y esa es precisamente la principal exigencia del multitudinario movimiento que, desde el pasado 25 enero, se concentra en la calle. Con la plaza de la Liberación como epicentro -hoy se han concentrado allí centenares de miles de personas, según Reuters, y más de un millón, según la cadena Al Yazira- las protestas han recorrido también otras localidades como Alejandría (la segunda ciudad del país), Suez, Port Said o Mansura. Durante el sermón en la plaza de la Liberación, los predicadores han insistido en que la revolución "no es religiosa" y "pertenece por igual a musulmanes y cristianos, hombres y mujeres". Ha sido de nuevo una concentración mayoritariamente pacífica tras dos días de violencia, aunque las cámaras han mostrado algunas escaramuzas en las calles de la capital egipcia y en Alejandría. La última cifra facilitada por el Ministerio de Sanidad señala que son 11 los fallecidos desde el miércoles y más de 5.000 los heridos. La ONU ha hecho hoy alusión a "informes no confirmados que sugieren que más de 300 personas han sido asesinadas" desde el inicio de las protestas.
Consejo de sabios
Ante el incremento de las presiones internas y externas -la Unión Europea ha vuelto a pedir hoy una "transición que debe comenzar ya", en una declaración firmada por los líderes de los Veintisiete- el régimen ha dado algún paso para acercarse a la oposición. Según ha informado Al Yazira, el Gobierno ha pedido a la oposición un documento con sus principales demandas. El primer ministro, Ahmed Shafiq, ha rechazado sin embargo que Suleimán asuma las funciones de Mubarak, en unas declaraciones a la cadena Al Arabiya que han sido recogidas por France Presse. En cualquier caso, se ha anunciado la convocatoria, de un consejo de sabios cuya composición era inicialmente secreta, aunque ha trascendido que hay destacados juristas y otras personalidades. Se reunirán mañana con el vicepresidente, previsiblemente para estudiar posibles salidas a la crisis política dentro de los actuales límites constitucionales. Parte de la oposición teme que se trate de personas afines al régimen y que su solución sea la misma que ya dio el martes Mubarak: que siga siendo presidente hasta las elecciones de septiembre.
A esos comicios no se presentará, aunque se lo permitan, el líder opositor Mohamed el Baradei, según ha asegurado al diario austriaco Der Standard. En esas declaraciones, El Baradei ha añadido que él sólo quiere ser "un agente para el cambio". Mientras, lo que no ha variado demasiado en El Cairo respecto a días anteriores es el intento de los esbirros de Mubarak de silenciar a los medios internacionales. Según ha denunciado Al Yazira en un comunicado, su oficina en la capital egipcia ha sido incendiada y destruida por "bandas de matones" afines al presidente. El Ministerio de Información ha negado estar detrás de este tipo de ataque, que ha calificado de "inaceptables". "Los periodistas internacionales han sido puestos en peligro por las mismas condiciones que han amenazado a los egipcios en aquellas regiones del país donde la seguridad no estaba garantizada", señala un comunicado del ministerio.
Estrictos controles
Horas antes del rezo, el Ejército ha intensificado los accesos a la plaza. Si bien estos días atrás los soldados permitían la entrada a los grupos de personas que se acercaban, hoy el control ha sido mayor y solo se permitía el acceso de uno en uno, lo que ha provocado numerosas colas para entrar. El mayor papel de los militares, posterior a la visita del ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, puso en alerta a los manifestantes, que comenzaron a rodear los carros de combate para evitar que sus movimientos les destrozaran sus barricadas caseras. El ministro, permanentemente rodeado de fuertes medidas de seguridad, ha dicho algunas frases a periodistas de EL PAÍS y la Cadena SER: "Egipto es un país fuerte. La situación está bajo control". Además, ha tratado de rebajar importancia a las protestas: "No todo el país es la plaza de la Liberación".
Por otro lado, el canal de televisión Al Yazira ha narrado cómo los manifestantes comprobaban esta mañana los documentos de identidad de las personas que accedían al lugar para que no se colara ningún policía o agente al servicio del Gobierno que pueda ocasionar disturbios como los vividos ayer y anteayer. El ambiente que se respira es de alegría y confianza en que la salida de Mubarak es un hecho. Las personas concentradas en la plaza están informados de lo que está ocurriendo fuera y de las negociaciones de los políticos como respuesta a sus protestas.
La presión a los periodistas internacionales presentes en la plaza ha continuado hoy, después de que ayer muchos sufrieran diferentes agresiones. Los militares les han quitado los pasaportes a primera hora, mientras esperaban la llegada del ministro de Defensa, pero este ha ordenado que los devolvieran tras su visita.
Desde el viernes pasado, cuando manifestantes y antidisturbios se enfrentaron con tremenda dureza, se había abierto un periodo de relativa calma y ánimo festivo, combinado con graves saqueos nocturnos, hasta que el miércoles el Gobierno lanzó a sus fieles y a sus matones (armados, organizados, muy peligrosos) contra la gente del movimiento del 25 de Enero y contra los periodistas extranjeros. A partir de ese momento, el centro de El Cairo se convirtió en el infierno. Hoy el Gobierno ha relajado el toque de queda (se reduce dos horas), pero es probable que la mayoría de egipcios sigan afligidos por el desabastecimiento (los controles hacen casi imposible el suministro de mercancías), el alza de precios, el cierre de los centros de trabajo y la desaparición del turismo, la mayor fuente de ingresos del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.