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El referéndum de la reforma electoral amenaza a la coalición británica

La consulta de hoy tensa la relación de conservadores y liberales-demócratas - El sistema vigente penaliza severamente a partidos como el de Nick Clegg

Sea cual sea la decisión de los británicos en el referéndum que hoy celebran sobre la reforma de su sistema electoral, ya se sabe quién puede acabar siendo el gran perdedor: la coalición de conservadores y liberales-demócratas que desde hace un año gobierna en Reino Unido. Si se confirma el rechazo a la reforma que vaticinan los sondeos, los liberales habrán perdido lo único que para muchos de ellos justifica su pacto con los conservadores: una reforma electoral que acabe con un sistema que solo les da el 10% de los diputados con el 25% de los votos.

El referéndum, que se celebra hoy pero no empezará a escrutarse hasta mañana por la tarde, puede dejar heridas también si gana el a la reforma: debilitará al primer ministro, David Cameron, al que la derecha de su partido le reprocha no haber obtenido una victoria más amplia el año pasado que permitiera a los tories gobernar en solitario, y aumentarán las presiones de ese sector del partido para que se distancie del centrismo de los liberales-demócratas.

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Pero los sondeos indican que no será ese el problema que afrontará la coalición, sino la inestabilidad del Partido Liberal. Para los liberales-demócratas, la reforma electoral es esencial. Y una derrota en el referéndum de hoy alejaría muchos años las perspectivas de introducir un nuevo sistema. Eso privaría de todo sentido el esfuerzo que han hecho al aceptar una coalición que gran parte de ellos vive como un acto contra natura. Y dejaría a Nick Clegg en una posición muy precaria.

Es difícil que la coalición se rompa porque a los liberales no les interesa provocar unas elecciones anticipadas que les podrían borrar del mapa electoral. Tampoco parece que sea del interés de los conservadores, verdaderos impulsores del ajuste presupuestario. Pero no es imposible que Clegg afronte un golpe palaciego para que deje el liderazgo del partido. Y la convivencia entre los dos partidos de la coalición sería entonces muy inestable.

Otro escenario posible es que Clegg siga al frente del partido pero los diputados liberales se rebelen contra algunas de las propuestas de la coalición que más les cuesta digerir. O contra las que interesan, sobre todo, a los conservadores.

Muchos liberales se sienten traicionados porque la campaña del no, dirigida y financiada por los conservadores, ha sido extraordinariamente agresiva. Eso les podría llevar a bloquear la segunda parte de la reforma: el cambio en las circunscripciones electorales para hacerlas más homogéneas en número de votantes, uno de los factores que según los expertos hace que ahora los laboristas necesiten bastantes menos votos que los conservadores para conseguir cada escaño.

Los laboristas se oponen a esa reforma de las circunscripciones y no sería imposible bloquearla con la ayuda de diputados liberales rebeldes. Paradójicamente, esa podría ser también una maniobra de la derecha tory si gana el : como la entrada en vigor de un nuevo sistema electoral está condicionada al cambio de las circunscripciones, bloquear lo segundo sería una forma de hacer descarrilar lo primero.

El triunfo del no podría afectar también a las políticas que más reticencias provocan entre los liberales. La más delicada es la reforma sanitaria, tan polémica que ahora mismo está aparcada por un tiempo. La reforma quiere dar a los médicos mucho más poder en la organización y gestión de los ambulatorios de la Seguridad Social. Desde la izquierda se ve como una manera de privatizar el sistema público de salud por la puerta de atrás.

Los laboristas tienen la llave del referéndum. La vieja guardia recela del cambio de sistema electoral y ha hecho campaña por el no. El líder laborista, Ed Miliband, generacionalmente de la nueva guardia pero políticamente no tan lejano del viejo laborismo, ha hecho campaña por el pero sin gran entusiasmo. En un gesto a medio camino entre el oportunismo político y el pragmatismo electoral, se ha negado a hacer campaña con Clegg, aunque sí ha comparecido con otros líderes liberales-demócratas.

Los laboristas ven el referéndum como una herramienta para derribar o al menos desestabilizar a la coalición. Pero no se comprende muy bien que no defiendan con ardor una reforma que puede facilitar la formación de un frente de izquierda que bloquee durante años el acceso de los conservadores al poder. Miliband tuvo al menos la honradez de admitir ayer que los laboristas tenían que haber impulsado la reforma cuando estaban en el poder pero que no lo hicieron porque tenían entonces mayoría.

El primer ministro británico, David Cameron (derecha), y el viceprimer ministro, Nick Clegg, en 2010 en Londres.
El primer ministro británico, David Cameron (derecha), y el viceprimer ministro, Nick Clegg, en 2010 en Londres.CARL DE SOUZA (AFP)

Un voto que divide

Consecuencias del 'no'

- Un no a la reforma electoral puede llevar a los liberales a bloquear el resto de la reforma, como los cambios

en las circunscripciones electorales.

- El viceprimer ministro, Nick Clegg, quedaría muy debilitado dentro de su partido y eso podría afectar de un modo directo a una coalición que está cimentada en su relación con David Cameron.

- Aumentaría la oposición liberal a la reforma sanitaria que da más poder a los médicos, pero también a la privatización encubierta de la sanidad pública.

Consecuencias del 'sí'

- Una victoria del aumentaría las presiones de la derecha tory para distanciarse del centrismo de los liberales-demócratas.

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