Las provocaciones islamistas inquietan a los laicos de Túnez
El futuro primer ministro anuncia el inicio del sexto califato del islam
¿Metedura de pata, provocación o anuncio de sus verdaderas intenciones? Menos de un mes después de su aplastante victoria en las primeras elecciones democráticas en Túnez, los islamistas de Ennahda (Renacimiento) han desatado la polémica e incluso la preocupación con declaraciones que contradicen su línea moderada durante la campaña.
Las palabras más inquietantes las pronunció Hamadi Yebali, número dos de Ennahda y aspirante a primer ministro. "Estamos en un momento histórico, divino, entramos en el ciclo de una nueva civilización, la del sexto califato (...)", afirmó el domingo en Susa. El califato es el Estado basado en la sharia (ley islámica). El quinto y último en la historia fue el otomano con el que acabó Mustafá Kemal, Atatürk en 1924.
140 abogados afines a Ennahda denuncian al dueño de una televisión privada
Otras dos salidas de tono de dirigentes islamistas añadieron leña al fuego. La diputada por Túnez Suad Abderrahim, farmacéutica y una de las pocas militantes que no se cubre con el hiyab (pañuelo islámico), sostuvo que las madre solteras no deben gozar de derechos mientras no se casen.
El propio Rachid Ghanuchi, el máximo líder islamista, se lamentó públicamente de que el árabe que se habla en Túnez esté "contaminado por el francés", un comentario que ha disgustado a las elites francófonas.
Más grave aún, Nabil Karui, el dueño de Nessma, la principal televisión privada, y dos de sus colaboradores, corren el riesgo de ser condenados a tres años de cárcel por "atentar contra los valores sagrados, las buenas costumbres y alterar el orden público".
Fueron denunciados por 140 abogados de ideología islamista por programar la película de animación Persépolis sobre la revolución iraní en la que aparece Dios con el aspecto de un anciano barbudo de pelo blanco. El islam prohíbe representar a Dios. El juicio, que debía haber empezado el jueves, ha sido aplazado al 23 de enero.
La mención al califato de Yebali, que se convertirá probablemente en primer ministro, ha paralizado brevemente las negociaciones entre Ennahda y dos partidos laicos para la formación del Gobierno. Ettakatol, vinculado a la Internacional Socialista, suspendió su diálogo con los islamistas. "Creíamos que ibamos a construir una II República con nuestro socio y no el sexto califato", señaló Jamais Ksila, responsable socialista.
Yebali y la diputada Abderrahim han matizado después sus palabras, pero a ojos de muchos sus explicaciones no son creíbles. Practican "un doble lenguaje que difiere si se dirigen a las masas en un mitin, arengándolas con eslóganes retrogrados, o a las medios de comunicación, con los que emplean un lenguaje de lo más cívico", subraya el columnista Tarak Arfaui en la web Kapitalis.
Otras explicación más benévola de los resbalones islamistas es que, después de haber hecho gala de moderación durante la campaña, la dirección del partido ha endurecido su discurso para congraciarse con sus bases radicales.
Reunidos esta semana en Túnez, los obispos católicos del Magreb han dado un cauto voto de confianza a Ennahda. "Va a ejercer el poder y yo seré vigilante", declaró monseñor Marun Laham, arzobispo de Túnez. Aún así vaticinó que la libertad religiosa "saldrá reforzada de la nueva Constitución" que será redactada en una asamblea dominada por los barbudos islamistas.
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