La presidenta argentina ataca a los que ensombrecen su mandato
Su discurso es un jarro de agua fría sobre las expectativas de apaciguamiento
De nuevo la presidenta argentina Cristina Fernández congregó ayer a miles de simpatizantes en la Plaza de Mayo de Buenos Aires. De nuevo todos los canales de televisión tuvieron que conectar en directo con su discurso. Y en este escenario lanzó uno de los más duros ataques que ha protagonizado desde que asumió la presidencia de la República contra los dirigentes de las cuatro organizaciones agrarias que con su huelga han ensombrecido su mandato.
El acto, convocado "en defensa de la democracia" por Néstor Kirchner, el marido de la mandataria, fue un jarro de agua fría sobre las expectativas de apaciguamiento del conflicto que ya cumple cien días y que tiene un viso de solución en la reclamación agraria aceptada por la presidenta Fernández de someter al Congreso la subida de retenciones a las exportaciones de grano.
"Cuatro personas, a las que nadie ha elegido, se reúnen y deciden quién puede circular por las rutas y quién no", subrayó Cristina Fernández. En su punto de mira están cuatro presidentes y sus organizaciones: Mario Llambías de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); Luciano Miguens, de la Sociedad Rural (SRA); Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria Argentina(FAA) y Fernando Gioino de Coninagro. La presidenta les acusó de "socavar la construcción democrática", aunque al menos les concedió el que tal vez no lo hicieran "de manera consciente".
Precisamente a la misma hora estos cuatro dirigentes se encontraban reunidos estudiando qué hacer con la huelga después del respaldo obtenido en las protestas del lunes. Para ellas también tuvo palabras la presidenta Fernández. "Con tanto golpe de Estado que hemos sufrido hay quienes piensan que todo se arregla con cacerolas o cortes de ruta", señaló la mandataria argentina.
La presidenta mostró una visión histórica de Argentina que reafirma su tesis de que bajo la conducción de los Kirchner, iniciada en 2003, el país atraviesa el mejor momento de sus 198 años de historia. Según Fernández a principios del siglo XX Argentina era un país que venía de cien años en estado de excepción permanente "con obreros apaleados y el pueblo pasando hambre". No explicó sin embargo Fernández porqué con ese panorama millones de emigrantes europeos desembarcaron en Buenos Aires atraídos por un país lleno de oportunidades.
Y fue más allá en su visión mundial en su discurso. "Estamos ante una oportunidad histórica. Por primera vez ellos nos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos", subrayó para explicar que ahora el mundo desarrollado necesita a los países en desarrollo por las materias primas que estos últimos poseen. Anoche algunos analistas señalaban que eso no es nada nuevo. Ha sucedido siempre.
En el estrado, junto a Cristina Fernández, se encontraba prácticamente todo el Gobierno argentino, varios gobernadores, alcaldes y madres de Plaza de Mayo que observaban frente a ellos una multitud de miles de personas que coreaba palabras de aliento a la presidenta y aplaudía las referencias a la redistribución de la riqueza. Al acabar su discurso la presidenta se abrazó con su marido. Néstor Kirchner había cumplido con creces su misión de movilizar en masa a las bases peronistas para contrarrestar los cacerolazos registrados 48 horas antes.
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