Un país en la montaña rusa
Del 'champán y pizza' a la guerra del campo, pasando por el 'corralito'
En los últimos 10 años, Argentina ha vivido en una montaña rusa política, económica y social con cuatro momentos importantes que han marcado su futuro.
»El fin de la década peronista
La aparición de EL PAÍS en Argentina se produjo apenas unos días después de la derrota del peronismo en las urnas tras una década ininterrumpida de Gobierno de Carlos Menem. Aunque el candidato presidencial ya no era él, sino Eduardo Duhalde, los argentinos se inclinaron por una fórmula de coalición, encabezada por Fernando De la Rúa, que representaba las esperanzas de una sociedad que empezaba a despertar del bienestar superficial menemista. Los tiempos del champán y pizza, de la paridad y de los shopping a todo el mundo no habían logrado enmascarar la desigualdad creciente cuya principal víctima era la clase media.
Sin embargo, la gestión de De la Rúa no tardó en tropezar con graves problemas tanto internos como externos, especialmente por el veloz deterioro de las condiciones económicas. Apenas nueve meses después de llegar al poder, el vicepresidente del país, Carlos Chacho Álvarez, dimitía por un caso de soborno a senadores que afectaba al mismo presidente.
La fiesta económica de la década peronista había terminado definitivamente y se sucedían los ministros de Economía que trataban de frenar la catástrofe que llegó justo a los dos años de la llegada de De la Rúa a la Casa Rosada.
»Argentina se hunde
En unas jornadas inimaginables años antes, Argentina vivió en diciembre de 2001 una situación de caos económico y político al que la sociedad respondió con una exigencia fruto del hartazgo: "que se vayan todos".
El 1 de diciembre de 2001 los depósitos en los bancos quedaron congelados y comenzó el corralito. Veinte días después, con escenas de saqueos, protestas masivas y una treintena de asesinatos, De la Rúa huye de la Casa Rosada abandonando la presidencia que es rápidamente ocupada por el peronismo. Tres días después el presidente Rodríguez Saá anuncia entre aplausos que Argentina suspende el pago de la deuda exterior. El país se cierra así las líneas de crédito internacional y la economía se hunde. En esa semana cinco personas ocupan la presidencia del país. Finalmente se queda Eduardo Duhalde, quien devalúa la moneda y se prepara para atravesar un infierno económico. En su primer año de mandato el PIB habrá bajado un 23%. El desempleo se dispara al igual que el índice de pobreza. El país de la carne asiste asombrado a la aparición de hambre en algunas zonas. La protesta es capitalizada por los piqueteros, en los que rápidamente el peronismo ve a una importante fuerza social que conviene controlar.
»La recuperación de Kirchner
A Duhalde le sucede en 2003 un gobernador del sur que se había ganado su confianza: Néstor Kirchner, famoso por llevar en persona los temas económicos. Con él se produce una recuperación espectacular. La economía crece de manera sostenida al 9%. Se produce la mayor operación jamás realizada de canje de deuda, que es aceptada por el 80% de los acreedores. Argentina cancela su deuda con el FMI. Gracias a la devaluada moneda y a su excelente preparación, la mano de obra argentina se convierte en una de las más competitivas del mundo. Pero Kirchner mantiene también durísimos enfrentamientos con los sectores productivos del país a los que no duda en amenazar en ocasiones. Utiliza a los piqueteros como fuerza de choque. En los círculos financieros internacionales Argentina comienza a ser sinónimo de inseguridad jurídica. Kirchner no se fía de nadie, no admite críticas y restringe su círculo de colaboradores. Rompe con su ministro de Economía, Roberto Lavagna, considerado el coautor de la recuperación. Hacia el final de su mandato la inflación se dispara, pero entonces el presidente decide manipular el índice y negar la cifra real. Aunque podría ser reelegido, cede el puesto a su mujer, Cristina Fernández.
»La presidencia matrimonial
No pasan ni 100 días de la presidencia de Fernández cuando el país se echa a la calle entre cacerolazos contra su gestión. Su enfrentamiento con el sector agropecuario por una subida de impuestos se salda con una sonora derrota política y una peligrosa división social. Fernández recurre a ministros de Economía sin peso político, mientras, aunque en un teórico segundo plano, su marido tiene cada vez más protagonismo. El peronismo se divide, lo que provoca una derrota en las legislativas de los Kirchner. En política exterior el país se alinea con las tesis populistas latinoamericanas. En este sentido, Fernández elabora una polémica e intervencionista ley de medios de comunicación.
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