Sin novedad del soldado israelí Shalit
La familia del militar secuestrado en Gaza en 2006 se moviliza por su liberación
El secuestro del soldado israelí Gilad Shalit cumple cuatro años. Su familia encabezará este fin de semana una marcha sobre Jerusalén para reclamar al Gobierno de Israel que pague el rescate exigido por Hamás (la liberación de centenares de presos palestinos, algunos de ellos condenados por delitos gravísimos de terrorismo) y se instalará, después, en una tienda de campaña frente a la residencia del primer ministro. El secuestro de Shalit es una de las justificaciones del bloqueo impuesto a Gaza, y la familia considera que el aligeramiento del mismo hace más difícil su regreso.
Shalit tenía 19 años el 25 de junio de 2006, cuando una incursión de milicianos palestinos procedentes de Gaza contra una base israelí dejó dos muertos por bando y un desaparecido. El desaparecido, Shalit, fue capturado y trasladado a Gaza, donde supuestamente permanece. Nadie ha podido verle, pese a las reiteradas peticiones de la Cruz Roja y las presiones diplomáticas, lo que impide que se le pueda considerar prisionero de guerra.
Hamás, una organización considerada terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos, nunca ha respetado ninguna regla. En este conflicto, ambas partes consideran que el fin justifica los medios. Miles de palestinos pasan también por las cárceles israelíes, y en algunos casos permanecen en ellas largas temporadas, sin juicio alguno.
Israel ya intentó rescatar a Gilad Shalit con una operación militar, tres días después del secuestro. La operación, llamada Lluvia de Verano, duró cinco meses, causó la muerte de unos 400 palestinos (243 civiles) y 11 israelíes (seis civiles) y destrozó gran parte de las infraestructuras de Gaza, sin que el soldado fuera hallado. También se buscó a Shalit durante la Operación Plomo Fundido, entre diciembre de 2008 y enero de 2009, y tampoco fue hallado. Paralelamente, el Gobierno israelí aceptó considerar la opción de pagar el rescate exigido por Hamás y confió las negociaciones a un mediador alemán, pero desde hace meses no hay contactos.
En octubre de 2009 Hamás entregó a Israel, a cambio de la liberación de 20 presas palestinas, un vídeo en el que aparecía Gilad Shalit con un diario del 14 de septiembre en las manos. Shalit tenía buen aspecto. Hamás asegura que Shalit sigue bien. Un portavoz señaló hace dos días que el secuestrado, que posee la nacionalidad francesa además de la israelí, estaba "sufriendo mucho" viendo el Mundial de fútbol por el mal papel de la selección de Francia.
El padre de Shalit estuvo el jueves en Roma, donde se apagaron las luces del Coliseo y se celebró un acto en el que se reclamó la liberación del soldado. Hubo manifestaciones en otras ciudades del mundo y ayer, en Israel, miles de personas exigieron su puesta en libertad.
La marcha hacia Jerusalén anunciada para el domingo y la presencia de los Shalit junto a la residencia del primer ministro "hasta conseguir la liberación" aumentarán la presión sobre el Gobierno israelí. Benjamín Netanyahu no tiene mucho margen de maniobra, porque Hamás ya ha demostrado que no acepta regateos. O se cumplen todas sus exigencias o Shalit sigue en la mazmorra. Hamás ni siquiera acepta que los presos liberados sean trasladados a Gaza: la organización quiere que gocen de libertad de movimientos. Si Netanyahu accediera a las condiciones de Hamás, concedería una victoria a la organización (fortalecida por el bloqueo y ahora por su aligeramiento) y, probablemente, abonaría el terreno para nuevos secuestros.
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