"El narcotráfico busca generar alarma social con crímenes de alto impacto"
Ciudad Juárez no es sólo la ciudad más violenta de México. También es un símbolo. El Gobierno de Felipe Calderón sabe que, para ganar la batalla al narcotráfico, tiene que empezar pacificando la frontera con Estados Unidos. El licenciado Monte Alejandro Rubido García, un experto en sistemas de inteligencia que ahora ocupa la Subsecretaría de Seguridad Pública (SSP), es uno de los responsables de hacer frente a ese difícil reto.
Pregunta. ¿Cuál es su versión de lo que está sucediendo en Ciudad Juárez?
Respuesta. Hay dos problemas que convergen fatalmente. El primero es el desgarramiento del tejido social que se vive en Juárez desde hace décadas (drogadicción, prostitución, maltrato infantil, violencia de género...), que ha propiciado la aparición de pandillas juveniles. El segundo es que, por su situación geográfica, Ciudad Juárez es el punto más adecuado para llevar droga hasta cualquier lugar de la Unión Americana. Y lo que está pasando ahora es que la banda que tradicionalmente estuvo allí, el cartel de Juárez, que es el de los Carrillo, se está disputando la plaza con el cartel de Sinaloa, que es el de El Chapo Guzmán. Ambos carteles están utilizando a las pandillas para vender droga y para acciones de sicariato. Las dos pandillas más violentas hoy en día son los Aztecas, que en su momento fue fundada como Familia Azteca, y que está aliada al cartel de Juárez, y los Artistas Asesinos, que trabajan para El Chapo.
P. ¿Cuántos jóvenes trabajan para el narco?
R. Es muy difícil saberlo. Pero se habla de que entre Ciudad Juárez y El Paso puede haber alrededor de 400 o 450 pandillas, y que al menos 30 son de altísima peligrosidad.
P. Al visitar la ciudad, llama la atención el desprestigio de los policías federales. Se les llega a considerar responsables del incremento de la inseguridad.
R. Le puedo asegurar que las gentes que están en cada uno de los grupos de la Policía Federal son de los mejores elementos con los que contamos. Pero hay algo en lo que conviene reflexionar: usted se habrá dado cuenta de que un número muy elevado de vehículos circula sin placas y de que muchos tienen un nivel de polarizado en los cristales superior al permitido. Todo esto se convierte en ventajas para los grupos delincuenciales. La Policía Federal está luchando precisamente contra ese marco de ilegalidad en el que vive Juárez. Y el que trata de poner orden siempre resulta incómodo. Y no hay que descartar —como ha sucedido en otras ciudades— que sea el propio narcotráfico el que propague ese malestar. Así que hay que darle su justa dimensión a este tipo de críticas, porque absolutamente ninguno de los casos que se han señalado en contra de la Policía Federal ha sido comprobado.
P. ¿Qué busca el narcotráfico con el asesinato de la pareja de estadounidenses? ¿Estamos ante un cambio de estrategia?
R. Resulta muy difícil ahorita precisar qué fue lo que pasó con la gente del consulado. Pero, con respecto al resto de las acciones, yo le puedo asegurar que las cifras demuestran una disminución de las acciones delictivas. Lo que pasa es que cuando hay un acto delictivo de alto impacto termina afectando a toda la percepción social. De ahí que sí pudiese responder a alguna estrategia para tratar de generar una percepción contraria a los avances que se están logrando contra el narcotráfico.
P. ¿Y qué ganaría con eso el narco?
R. Generar una desazón, una alarma social que se traduzca en mayor incertidumbre y en una eventual desconfianza hacia la acción de los cuerpos de seguridad. Pudiéramos estar ante la eventualidad de que sí hubiera algunas acciones para generar delitos de alto impacto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.