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ANÁLISIS | Ola de cambio en el mundo árabe | Guerra civil en Libia
Columna
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La inflexión libia

José María Ridao

La guerra civil libia representa un punto de inflexión en las revueltas que se han sucedido desde la caída del dictador tunecino Ben Ali. Pero no porque el impulso democratizador se vaya a detener, sino porque, de no mostrar la comunidad internacional mayor capacidad de reacción, Gadafi habrá establecido el nivel de represión que podrán emplear a partir de ahora los autócratas árabes sin esperar ninguna respuesta. Las decisiones que la comunidad internacional adopte en las próximas horas influirán en el desenlace del conflicto libio, que podría no estar lejos en un sentido o en otro. Sus efectos, sin embargo, se proyectarán sobre el resto de los países de la región durante un plazo de tiempo prolongado.

Una eventual victoria de Gadafi abonaría el terreno del yihadismo
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Gadafi ha recurrido al espantajo del yihadismo como han hecho en estos tres meses de revueltas otros dictadores, incluidos los dos que ya han caído. Al responder con inusitada violencia a las demandas inicialmente pacíficas de los libios, es él quien está abriendo el camino a las ideologías totalitarias, especialmente el yihadismo, que aspiraban a alzarse con el monopolio de la oposición a la tiranía. Una eventual victoria de Gadafi les abonaría aún más el terreno, sobre todo si la comunidad internacional continúa paralizada. El discurso de los yihadistas resultaría sencillo y hasta verosímil: solo nosotros estamos en condiciones de cambiar las cosas, tras los espejismos de Túnez y Egipto. Con la única y decisiva contraindicación de que se limitarían a sustituir una tiranía por otra. El peor error que podría cometer la comunidad internacional es pensar que entre la parálisis y la intervención militar no existe nada. El reconocimiento del Consejo Nacional libio es un paso no solo factible, sino también imprescindible para, entre otras cosas, cerrar la puerta al yihadismo que ha abierto Gadafi, al desencadenar la violencia en la que este aspira a desenvolverse. Apoyado políticamente por la comunidad internacional, el Consejo constituido por la oposición libia tendrá meridianamente claro dónde están sus amigos y dónde sus enemigos, tanto por un extremo como por el otro.

Tan urgente como el reconocimiento del Consejo es el estrangulamiento económico del régimen de Gadafi, además del establecimiento de una zona de exclusión aérea mediante una resolución del Consejo de Seguridad. Rusia y China vetarían una intervención militar abierta; nada han dicho, en cambio, del establecimiento de una zona de exclusión aérea, con la que la propia Liga Árabe parece estar conforme. Esta medida se ha equiparado a una intervención militar por el temor a tomar ninguna decisión con respecto a Libia. Y, sin embargo, alguna decisión hay que tomar si no se quieren incrementar los riesgos de los que se pretende huir. Con el agravante de que el tiempo apremia, porque la eficacia de la respuesta internacional depende de que no se hundan los frentes sostenidos por milicianos mal armados contra aviones y de tanques dirigidos por un sátrapa.

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