El fallecido en una huelga de hambre se convierte en nuevo símbolo contra Chávez
La oposición venezolana pide justicia ante el ataúd del agricultor expropiado
Una procesión de caraqueños rindió homenaje ayer, llorando o en silencio, al ataúd de Franklin Brito: el agricultor de 49 años que sucumbió el lunes a seis meses de huelga de hambre para reclamar las tierras que en 2003 le expropió el Gobierno de Hugo Chávez. Tras ocho protestas similares durante los últimos seis años, el cuerpo de Brito, con menos de 40 kilos, ya era solo huesos y piel.
Brito exigía la devolución de una finca de 299 hectáreas que hace siete años le fue expropiada. Pero el ministro de Agricultura y Tierras, Juan Carlos Loyo, no consideraba su protesta una huelga de hambre sino un "ayuno voluntario". "El Estado veló por Brito hasta su muerte por ayuno voluntario", dijo el lunes en la noche el ministro, en respuesta a quienes le responsabilizan por el fallecimiento del agricultor.
Para el Gobierno, Brito ha muerto por culpa de la oposición, que alimentó su protesta para intentar convertirla en un símbolo contra Hugo Chávez. Y en eso se convirtió ya muerto. El féretro de Brito fue recibido en la funeraria con el coro del himno nacional y al grito de "¡Valiente! ¡Guíanos en la lucha!".
Los partidos de oposición reunidos en la Mesa de la Unidad Democrática responsabilizaron al Gobierno de la muerte de Brito y exigieron a la Organización de Estados Americanos (OEA) una investigación. "Brito no tuvo la oportunidad de ser escuchado por un juez imparcial e independiente. La Defensora del Pueblo solo prestó atención al caso para acusarlo de no tener la mejor situación mental (...) La fiscal general lo trató como un delincuente al ordenar privarlo de su libertad", afirmaba el comunicado de los partidos de oposición.
Hasta el día de su muerte, Franklin Brito estuvo recluido contra su voluntad en el hospital militar de Caracas. Fue llevado allí a la fuerza, cuando protestaba frente a la sede de la OEA en Venezuela, después de que la Defensoría del Pueblo alegara que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales. Tanto los familiares de Brito como la Corte Interamericana de Derechos Humanos exigieron para el huelguista la atención de un médico de confianza, que hasta el último momento le fue negada.
Desde el pasado 20 de agosto, Brito permanecía en un coma inducido. Según los patólogos del hospital militar, su muerte fue consecuencia de un "choque séptico" y de "paro respiratorio", derivados de la "desnutrición".
Las tierras de la familia Brito siguen en manos de otros: de seguidores del Gobierno que recibieron cartas agrarias tras la expropiación. La esposa y los cuatro hijos que deja Franklin creen, sin embargo, que su muerte no ha sido en vano. "Lo perdimos todo, hoy no tenemos nada. Pero sabemos que no hace falta dinero, nuestros valores están intactos", dijo su viuda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.