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Elecciones en Serbia

Los europeístas esperan que la UE pase de promesas a hechos

Los demócratas piden a Bruselas una estrategia clara

Ramón Lobo

Corre un chascarrillo por Belgrado sobre las técnicas de conquista del viceprimer ministro serbio, Bozidar Djelic, ferviente europeísta y firmante a finales de abril del Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA) con la UE: "Ningún hombre puede ofrecerte tanto como lo que yo te puedo prometer". Éste ha sido estos años el gran problema de Borís Tadic, el presidente serbio, que sólo disponía de buenas promesas. El AEA, utilizado por Bruselas como palo y zanahoria, varias veces pospuesto y ahora aprobado con cauciones, es el primer hecho concreto que pueden presentar los prooccidentales a su electorado: Europa existe y nos ayuda.

Bruselas exige la entrega de Mladic, que colaboró con la OTAN hasta 1998
El 80% de los serbios quiere entrar en la UE, incluso el 45% de los votantes radicales
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Para Sonja Licht, presidenta del Fondo Belgrado para la Excelencia Política, Europa carece de una estrategia en Serbia desde la caída de Slobodan Milosevic, en 2000. Sostiene que los cambios de dirección y las contradicciones han terminado por beneficiar a los ultras. Para Licht, la UE debe establecer unas condiciones claras e iguales para todos los países candidatos y un objetivo fijo. "No puede ser que la fecha de ingreso se aplace constantemente, de 2012 a 2020, después a 2025. Sucederá como en el comunismo, que la igualdad y la UE se convierten en utopías inalcanzables".

Bruselas exige a Serbia la entrega del general Ratko Mladic, acusado de genocidio y crímenes contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Éste es el discurso oficial, pero no siempre fue así. La OTAN evitó la captura de Mladic al final de la guerra de Bosnia-Herzegovina. Incluso colaboró con él hasta 1998 para la aplicación de los Acuerdos de Paz de Dayton. Desde 2000, cuando el general pasó a la clandestinidad, la UE dirigió su presión a Belgrado. La respuesta siempre ha sido la misma: no sabemos dónde está.

Algunos argumentan que un país no puede ser rehén de un hombre, pero no es una cuestión de suerte dar con el prófugo, sino de voluntad. El Ministerio de Interior serbio, que incluye los servicios secretos, ha estado controlado desde la caída de Milosevic por el partido de Vojislav Kostunica, un nacionalista moderado que ha evolucionado a posiciones próximas al Partido Radical. Hace unos días, tropas especiales de ese ministerio entraron en dos casas en busca de un testigo del TPIY, teóricamente protegido. Vojislav Seselj, líder radical juzgado en La Haya por crímenes de guerra, lo había señalado como traidor.

El 80% de la población quiere entrar en la UE, incluso el 45% de los votantes radicales. Pero si se pregunta por Kosovo y el papel europeo en la independencia de la provincia serbia, el apoyo se reduce a la mitad. "Los políticos saben que Kosovo está perdido y desean quitarse el tema del medio, pero es complicado porque se trata de un asunto emocional que han alimentado. Ningún país entrega una parte de su territorio. Se desperdició la oportunidad de que EE UU nos lo quitara en 1999, después de la guerra. Entonces todos lo hubieran entendido", dice Srdan Bogosavijevic, director de la empresa demoscópica Strategic Marketing.

"En todo país en transición existe un consenso sobre qué camino tomar. Sucedió en España y en Europa del Este. Aquí, la mitad del electorado quiere ir en una dirección y la otra mitad en la contraria", asegura Velimir Curgus, director del centro de estudios Medijska Dokumentacija. Esa disparidad se debe a la ausencia de una catarsis que es "imposible sin el concurso de la Iglesia ortodoxa".

"La UE pensó que el trabajo estaba hecho con la caída de Milosevic. Ése fue el error. En ese momento era cuando necesitábamos más ayuda", asegura Sonja Licht, quien cree que es capital que la visibilidad de la UE no se limite a Kosovo y que ayude a la sociedad civil.

La primera prueba de la nueva actitud europea tras la firma del AEA serán los visados, algo que los serbios viven como una humillación. La UE aprobó a finales de abril una hoja de ruta para suprimirlos, quizá en 2009, aunque son muchos los problemas técnicos, entre ellos la necesidad de nuevos pasaportes homologados, un caballo de Troya para los albanokosovares (y su mafia), que podrían solicitarlos y entrar en la UE sin obstáculos. Si Serbia les niega el documento estará reconociendo su independencia, y si los entrega pondrá en peligro la supresión de visados para Serbia por razones de seguridad.

Una serbia deposita su voto en  la localidad kosovar de Gracanica.
Una serbia deposita su voto en la localidad kosovar de Gracanica.EFE

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