La división del socialismo deja a Francia sin oposición
Nicolas Sarkozy arrastra su nivel de popularidad más bajo desde que llegó al Elíseo hace dos años. Es cierto. A pesar de eso, si hoy se produjeran unas nuevas elecciones presidenciales, nadie haría sombra a su carcomida imagen y resultaría de nuevo elegido, con un 30%, según un sondeo publicado el domingo en Le Figaro. El Partido Socialista (PS) dividido, descabezado y desorientado desde el fracasado congreso de Reims de noviembre, no logra sobrepasar a la formación del presidente de la República, a pesar de la crisis económica, del aumento del paro y de las manifestaciones multitudinarias callejeras.
Sus líderes, tampoco. Martine Aubry, la seria y concienzuda primera secretaria del PS desde el congreso, es casi inexistente. Su rival, enemiga y oponente dentro del partido, la más mediática y popular Ségolène Royal, ha entrado en los últimos meses en una deriva errática que la ha llevado a sufrir un desgaste peor que el de Sarkozy.
Su última aparición pública sonada consistió en pedir disculpas de parte de los franceses a José Luis Rodríguez Zapatero por las palabras (desmentidas después) de Sarkozy a propósito de la inteligencia del presidente español.
El PS busca un líder que les saque del marasmo y la ineficacia. A su izquierda, el joven líder del Nuevo Partido Anticapitalista, Olivier Besancenot, con mucha presencia en todas partes, ya sea en las televisiones o en las manifestaciones, sigue ganando partidarios.
A la derecha del PS (alimentándose también de ciertos desafectos de Sarkozy) crece el líder centrista François Bayrou. Ahora mismo obtendría un 20% de los votos, sólo un punto por detrás de Royal. A sólo un punto de convertirse en el sorprendente líder de la oposición a un Sarkozy en horas bajas.
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