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Un contrato para ser francés

El Gobierno de Sarkozy obligará a firmar una carta de derechos y deberes a los nuevos ciudadanos.- Se exigirá conocimiento del idioma y respeto a las leyes

Antonio Jiménez Barca

Tras cuatro meses de debatir encendidamente sobre en qué consiste la esencia de lo francés, el primer ministro François Fillon ha dado por cerrada la primera etapa de la cuestión al anunciar una serie de medidas -catalogadas de simbólicas por algunos- encaminadas a reforzar la identidad nacional gala. Propuestas por diferentes ministros, van desde propiciar el canto de La Marsellesa en el colegio a reforzar la autoridad del maestro u obligar a firmar un contrato de deberes y derechos para los nuevos franceses.

El primer ministro ha anunciado también que el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, hablará del polémico asunto... en abril, tras las elecciones regionales de marzo. Fillon ha estado acompañado este lunes por el alma y motor del envenenado debate, el incansable y activo ministro de Inmigración e Identidad Nacional, Eric Besson, que no abrió la boca.

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El primer ministro ha precisado que, aunque ya no habrá reuniones en las prefecturas (delegaciones del Gobierno) para discutir sobre qué es lo francés -se han llevado a cabo 340 en cuatro meses-, se creará una comisión de sabios e historiadores que, ellos sí, intentarán llegar a una conclusión sobre el particular y, en todo caso, entregarán al Gobierno otra serie de propuestas. La página web que ha registrado las definiciones de lo francés, que cuenta ya con más de 58.000 entradas, seguirá abierta. "Es un buen instrumento", ha justificado Fillon.

Educación

Entre las iniciativas propuestas por los ministros y que se pondrán en marcha figuran varias reunidas bajo el epígrafe "Cultivar el orgullo de ser francés". Aquí se inscribe el propiciar "a todos los niños de Francia ocasiones para cantar al menos una vez al año La Marsellesa". También será obligatorio que la bandera tricolor figure en los frontispicios de todas las escuelas e institutos de Francia. En muchas figura ya. También se deberá colocar en la pared de cada clase un cartel con la Declaración de los Derechos del Hombre, símbolo también de la República Francesa. La escuela "se abrirá" a la sociedad para que los padres acudan a ella y "aprendan sus derechos y deberes".

En el apartado "Hacer vivir los principios republicanos" se incide en el hecho de "favorecer la autoridad de los profesores". El profesor, a juicio de Fillon, no está sólo investido de autoridad por su saber y por la institución escolar, sino por el propio Estado. Por eso, el Ministerio de Educación buscará formas, a partir del próximo curso, para reforzar su posición frente a los estudiantes.

Otro punto es el de "Acoger a los nuevos franceses". En este apartado se da cuenta de la ceremonia de "naturalización", por la cual alguien se convierte en ciudadano francés. Actualmente hay varios tipos de actos. La intención del Gobierno francés es unificarlos en una única "ceremonia solemne". "El acceso a la ciudadanía francesa no puede constituir exclusivamente una formalidad administrativa", explica Fillon. Pronto, los nuevos franceses deberán, bajo la mirada y aprobación de una autoridad francesa, firmar un contrato de deberes y derechos antes de entrar a formar parte de Francia. También a los inmigrantes que residen en territorio galo y que necesitan renovar cada cierto tiempo el contrato de residencia se les pedirá un determinado nivel de francés, que respeten "los compromisos adquiridos en cuanto a formación" y el respeto a las leyes de la República. Todo esto sin precisar demasiado.

El debate sobre la identidad nacional, que arrancó el 25 de octubre con la puesta en marcha de la página web y reuniones y charlas en las prefecturas, se convirtió pronto en un problema para Sarkozy, con un temible efecto bumerán de la iniciativa. Pronto empezaron a surgir voces críticas que denunciaban que la propuesta había sido mal organizada, mal planteada y peor llevada a cabo, y que acabaría arrastrando el debate a una mera bronca racista. De hecho, buena parte de los comentarios vertidos en Internet fueron borrados precisamente por incluir insultos racistas. Poco a poco el debate sobre lo francés se redujo a cuestionar el papel de la inmigración.

A esto también contribuyó el mismo presidente de la República, que en una tribuna publicada en el periódico Le Monde en diciembre centró la cuestión de la identidad nacional en el papel del islam en Francia. Sin duda, el hecho de que Suiza votara en esas fechas contra la construcción de minaretes en las mezquitas contribuyó a polarizar aún más el debate.

Hubo, además, excesos verbales por parte de algunos miembros del Gobierno, tachados de racistas, que acabaron por avinagrar un debate explosivo que, a juicio de muchos, ha sido ahora desactivado por parte de Fillon, a menos de un mes de las elecciones de marzo.

El primer ministro francés, Francois Fillon, habla a la prensa sobre la identidad nacional acompañado del ministro de Inmigración Eric Besson (D) y del ministro de Eduación Luc Chatel (I)
El primer ministro francés, Francois Fillon, habla a la prensa sobre la identidad nacional acompañado del ministro de Inmigración Eric Besson (D) y del ministro de Eduación Luc Chatel (I)AP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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