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Seis años de cárcel para una superestrella de Bollywood relacionado con los atentados de Bombay

El actor compró armas a los cerebros de los ataques que se cobraron la vida de 257 personas en 1993

La prolífica industria cinematográfica de la India se despidió esta mañana de su galán de referencia. Hijo de dos superestrellas del celuloide indio, el afamado actor Sanjay Dutt ha sido condenado hoy a seis años de cárcel y a pagar una multa de 450 euros por su implicación en los atentados de Bombay, perpetrados en 1993. También especializado en papeles de antihéroe y gánster, Dutt, cuyos problemas con la Justicia india son públicos, está acusado de comprar armas a los cerebros de la matanza que se cobró la vida de 257 personas.

De 48 años, Dutt fue detenido por primera vez en abril de 1993 y, tras 16 meses de prisión, quedó entonces en libertad bajo fianza. El tribunal ha hecho oídos sordos a la petición del acusado para ser eximido de la cárcel en virtud de la legislación india. En contrarréplica, le ha cancelado la fianza garantizada en noviembre pasado, cuando fue condenado por posesión ilegal de una pistola de nueve milímetros y un fusil AK-56 y absuelto de cargos por terrorismo.

Nacido, como tantas otras estrellas indias actuales, en el seno de una dinastía dedicada a la industria del cine, Dutt fue pronto víctima de su adicción al alcohol y las drogas, que se agravó con la muerte de su madre, Nargis Dutt, víctima de un cáncer. Afectado por la muerte de su madre, se hundió en una crisis personal que paralizó su carrera.

Y, cuando su trayectoria parecía retomar la senda del éxito, se produjeron en marzo del 1993 los terribles atentados de Bombay, trece explosiones en puntos estratégicos de la ciudad que causaron la muerte de 257 personas y heridas a otras 1.000.

Bollywood y la mafia

En una nueva muestra de las conexiones de Bollywood con las mafias, Dutt fue detenido y encarcelado en relación con esos atentados. Absuelto en 2006, Dutt trató de cultivar esa imagen de enfant terrible reconvertido durante los juicios por los atentados de Bombay, acudiendo a los templos antes de cada sesión.

La imagen de gángster bonachón -con sus paralelismos en la vida real- ha convertido a Sanjay Dutt en un icono no sólo del público, sino también de sus colegas de profesión. La crítica sigue reconociéndole como uno de sus referentes de la escena cinematográfica, cuya popularidad no ha descendido tras ser imputado. Bien al contrario, va en aumento.

Su procesamiento ha paralizado India y a los fans de Bollywood, la industria cinematográfica más grande del mundo. Con Dutt en la cárcel, corren riesgo millones de dólares, invertidos en películas que dependen de la intervención de Sanjay.

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