El alcalde de Moscú desafía al Kremlin
Luzhkov rechaza ser el cabeza de turco de la lucha anticorrupción de Medvédev
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, se enfrenta a un serio reto político interno. El desafío viene del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, de 74 años, uno de los últimos dinosaurios de la época de Borís Yeltsin. Pese a las presiones desde el Kremlin, el veterano alcalde se resiste a dimitir por las buenas de su cargo (en el que lleva desde 1992) para dar a Medvédev la oportunidad de impulsar su propia política modernizadora y contra la corrupción. Se resiste también al intento del presidente ruso de crear un equipo de su confianza en la capital, la mayor plaza electoral del Estado con más de siete millones de votantes.
La gestión del enérgico alcalde ha sido compleja y en gran medida eficaz. Luzhkov ha modernizado las infraestructuras y ha protegido a los sectores sociales más débiles, pero actúa con un estilo autoritario y, según muchos, en la gestión del municipio prolifera la corrupción.
El veterano político se defiende tratando de abrir una brecha en el poder
El tándem dirigente del Estado formado por Medvédev y el primer ministro, Vladímir Putin, aún no ha revelado quién será el candidato presidencial del Kremlin, pero ya circulan las intrigas bizantinas y la clase política se posiciona. Para el Kremlin la situación es delicada, porque en vísperas de las elecciones parlamentarias de 2011 y presidenciales de 2012, el cese de Luzhkov puede desestabilizar la ciudad.
Acosado desde las cadenas de televisión estatales, Luzhkov se reincorporó ayer al trabajo en la alcaldía tras una semana de vacaciones. Muchos esperaban que dimitiera tras unas supuestas negociaciones con el Kremlin sobre las condiciones de su "rendición", pero el alcalde dijo que no pensaba cesar por las buenas. El gesto de Luzhkov subió de inmediato su prestigio. Una encuesta de la emisora Eco de Moscú reveló que una mayoría apoya su lucha con el Kremlin. El presidente Medvédev estaba ayer de visita oficial en China.
Luzhkov se ha convertido en una prueba de fuego del poder de Medvédev, que debe decidir si emplea sus facultades para destituir al primer alcalde del país, que fue elegido con porcentajes del 88,5% (1996), 69,9% (1999) y 74,8%, en 2003. Putin guarda silencio y Luzhkov se defiende, aparentemente tratando de abrir una brecha entre los dos líderes del Estado y decantándose hacia Putin, que le confirmó en el cargo en 2007. Además, Luzhkov es uno de los dirigentes del partido Rusia Unida, que lidera Putin.
Hasta 2004, los gobernadores provinciales rusos (los alcaldes de Moscú y San Petersburgo lo son a efectos legales) eran elegidos en las urnas. Putin consiguió entonces que los gobernadores pasaran a ser nombrados y dimitidos por el presidente. Los dirigentes provinciales aposentados desde los noventa se han ido retirando uno tras otro, incluidos los más recalcitrantes. Formalmente, todos dejaron el cargo por voluntad propia y fueron premiados con respetables nombramientos.
En algunos casos, como el del líder de Bashkiria, Murtazá Rajímov, el argumento definitivo para el cese fueron los materiales comprometedores. Ahora, la historia se repite y las cadenas de televisión controladas por la Administración presidencial se han lanzado a una campaña en la que están saliendo a relucir los negocios de la esposa de Luzhkov, la empresaria Yelena Baturina, propietaria del grupo Inteko, con intereses en la construcción y el sector inmobiliario moscovitas. Baturina es la mujer más rica de Rusia, según la revista Forbes. En 2009 ganó casi 31.000 millones de rublos (unos 750 millones de euros).
Tanto en la argumentación como en el contenido, la campaña contra Luzhkov es vaga, trata historias antiguas y emplea técnicas de descrédito personal habituales en la extinta Unión Soviética. Su función no es llevar a los sospechosos a los tribunales, sino propagandística para mentalizar a la opinión pública. El juego del descrédito es peligroso tanto para Putin como para Medvédev, porque ambos han convivido políticamente con Luzhkov durante más de una década y las acusaciones contra el alcalde pueden volverse como un bumerán contra el Kremlin. Así, ante el debate desatado por los ecologistas sobre las autopistas en construcción (de Moscú a Minsk y de Moscú a San Petersburgo), que ofrecerán los primeros tramos de pago en Rusia y en cuyas obras están involucrados dos petersburgueses amigos de Putin -Yuri Kovalchuk, principal accionista del banco Rossia y Arkadi Rotenberg-, Luzhkov se permitió advertir al Kremlin contra seguir discutiendo lo que ya está decidido.
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