La UE busca inmigrantes cualificados
La Comisión ofrecerá una 'tarjeta azul' con privilegios para atraer a los trabajadores especializados
La Unión Europea está envejeciendo aceleradamente y ya empieza a notar la falta de los trabajadores cualificados imprescindibles para seguir compitiendo en un mundo globalizado y para mantener los altos niveles de vida a los que se ha acostumbrado. Para hacer frente al acuciante desafío, en un entorno de países con poblaciones jóvenes y pobres que miran a la Unión con deseo, Bruselas se propone lanzar una estrategia para atraer a los necesarios trabajadores cualificados, que se suma a otras iniciativas dirigidas a ordenar la llegada de mano de obra no cualificada. Los trabajadores de élite tendrán derecho desde el principio a una tarjeta azul que facilitará su establecimiento y movimientos en la Unión.
La escasez de mano de obra cualificada en Europa lleva camino de convertirse en una bomba de relojería, como se ve en momentos de expansión económica como los actuales, cuando la oferta de empleo supera a la demanda. En 2006, se crearon dos millones de puestos de trabajo en la Unión, y para el bienio 2007-2008 se prevén otros 5,5 millones de nuevos empleos. Datos de la Comisión Europea dan cuenta de que en Los Veintisiete hay tres millones de puestos vacantes. Tradicionalmente han sido posiciones de trabajo de baja cualificación, pero ya empiezan a verse inquietantes lagunas en sectores estratégicos. En Alemania faltaban el año pasado 23.000 ingenieros, y en el área de la tecnología de la información europea, crucial en la economía del siglo XXI, se estima que en 2010 habrá un déficit de 300.000 trabajadores.
El panorama se ve agravado con el envejecimiento de la población y la caída en el crecimiento vegetativo. Hoy, uno de cada cinco europeos tiene más de 60 años, que serán más de uno de cada tres en 2050. La última ampliación de la UE ha llevado la población hasta los 490 millones de personas, pero las proyecciones demográficas de Eurostat, el centro de estadísticas de la Unión, apuntan a que la población europea comenzará a reducirse a partir de 2025. Pocos, viejos y fuera del mercado laboral. Por eso, Bruselas busca abrir las puertas de Europa a 20 millones de trabajadores extranjeros en los próximos 20 años.
Es lo que vino a decir ayer en Lisboa Franco Frattini, vicepresidente de la Comisión Europea y, como responsable de Justicia, el hombre encargado de proponer una estrategia a la UE para la emigración. "Seamos realistas de un modo visionario", declaró Frattini en la Conferencia sobre Emigración Legal que acoge hasta hoy la capital portuguesa. "Tenemos que mirar a la inmigración como un enriquecimiento, como un fenómeno inevitable del mundo de hoy, no como una amenaza".
Las amenazas son las otras, las estructurales que van impedir a Europa seguir en pie en un mundo globalizado. "Europa tiene que competir con Australia, Canadá, EE UU y las potencias emergentes de Asia", hizo notar un Frattini que pidió atención a estadísticas como las que indican que mientras la UE recibe un 85% de trabajadores no cualificados, frente al 5% de ese tipo que entra en EE UU, resulta que el 55% de la mano de obra especializada va a EE UU y sólo el 5% opta por Europa.
Con vistas a alcanzar ese objetivo, Frattini anunció que el próximo 23 de octubre presentará una propuesta de directiva para hacer más tentadora la UE a los trabajadores altamente cualificados del resto del mundo, a quienes se concederá una tarjeta azul, que, siguiendo el modelo americano, les haga sentirse cómodos en Europa. Dadas las distintas necesidades de los diferentes mercados de trabajo de la Unión, la nueva estrategia de atracción tendrá cierta flexibilidad a partir de los siguientes puntos:
1. Un procedimiento rápido para la admisión de trabajadores de alto nivel procedentes de terceros países, que deberán llegar con contrato de trabajo y oferta retributiva por encima de los salarios mínimos vigentes en el país de destino.
2. A las mismas condiciones se podrán acoger los residentes legales de terceros países. Como, por ejemplo, estudiantes.
3. Se procurará también crear un régimen específico para jóvenes profesionales.
4. Los trabajadores admitidos con esos requisitos recibirán una tarjeta de trabajo azul , que les garantizara determinados derechos.
5. El acceso al mercado de trabajo en el primer país de destino estará limitado a dos años prorrogables.
6. Los portadores de tarjeta azul podrán ir a trabajar a otro país comunitario al cabo de dos o tres años de residencia legal en el primero.
7. Para no penalizar su potencial movilidad ni perderlos, se les permitirá acumular los periodos de residencia en los diferentes países con vistas a acelerar la obtención de permiso de residencia comunitario definitivo.
La iniciativa anunciada por Frattini deberá ser asumida por todos los Gobiernos de la Unión y, en el mejor de los casos, y con los retoques pertinentes, tardará en hacerse efectiva no menos de dos años.
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