El Supremo niega clemencia a la condenada a muerte
La única opción que le quedaba a Teresa Lewis para no morir por una inyección letal en el Correccional de Greensville (Virginia) era que el Tribunal Supremo paralizara su ejecución atendiendo a su discapacidad mental, alegación hecha por la defensa de la mujer. No lo hizo. Tan solo dos jueces de los nueve que componen la corte se mostraron a favor de paralizar la sentencia. Fueron dos de las tres mujeres que componen el tribunal, Ruth Ginsburg y Sonia Sotomayor.
Lewis, 41 años, fue condenada a la pena capital tras declararse culpable de encargar a dos hombres -uno de ellos su amante- que asesinaran a su marido y al hijo de este en 2002. La ejecución de Lewis, cuyos abogados consideran en el límite de lo que el Tribunal Supremo considera retraso mental para poder acogerse a la inconstitucionalidad de tal castigo, será la primera ejecución de una mujer en Virginia en casi un siglo -desde 1912- y la duodécima en el país desde que se restauró la pena de muerte en 1976.
A la decisión del Tribunal Supremo se suma la denegación de clemencia del gobernador de Virginia, el republicano partidario de la pena de muerte Bob McDonnell, quien dijo que no intervendría en el último momento para detener la ejecución. "Después de numerosas evaluaciones, ningún profesional concluyó que Teresa Lewis cumpla con la definición médica o legal de una persona con retraso mental", dijo McDonnell en un comunicado. "No puedo encontrar ninguna razón de peso para anular la sentencia impuesta".
61 mujeres esperan su turno en el corredor de la muerte. Más de 1.220 personas han sido ejecutadas en EE UU desde la reinstauración de la pena máxima.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.