Sarkozy encara su semana más decisiva
La policía desaloja a sindicalistas que bloquean los depósitos de las petroleras - El primer ministro garantiza que no habrá desabastecimiento de combustible
Acosado por una huelga imprevisible, zarandeado por los sindicatos, las manifestaciones y los estudiantes, el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, encara una semana decisiva en la que soportará, mañana martes, para empezar, una nueva jornada de protesta (la novena del año, la quinta del otoño) que se prevé multitudinaria, convocada por los sindicatos un día antes de que el Senado vote el proyecto de ley de la reforma de las pensiones, detonante de todo el movimiento.
Por lo pronto, el Gobierno aleja aparentemente el fantasma del desabastecimiento de gasolina a causa de la huelga de refinerías. El aeropuerto parisino de Roissy, que el sábado contaba con una raquítica reserva de combustible que hipotecaba su funcionamiento a partir de hoy, vuelve a contar con suministro suficiente. Así lo confirmó ayer el secretario de Estado de Transportes, Dominique Bussereau. Eso sí: el oleoducto que le bombea gasolina funciona extrayendo queroseno de los depósitos de reserva, ya que las refinerías llevan casi una semana paradas. Además, en el puerto petrolero de Marsella-Fos se cumplen 22 días de bloqueo, impidiendo la descarga de crudo, en una huelga que arrancó antes que la de la reforma de las pensiones por un problema laboral local que el paro nacional ha amplificado y reforzado. Bussereau, que se ha convertido en un habitual de las entrevistas matinales de radio encaminadas a tranquilizar a la población, asegura que no habrá escasez de gasolina de ninguna manera y que solo 200 estaciones de servicio de las 13.000 con que cuenta Francia han cerrado por quedarse a cero. Basta darse una vuelta por París para comprobar que son más, debido a que los franceses, contraviniendo la recomendación del Gobierno (y del propio Bussereau), han hecho -y hacen- un precavido acopio de reservas.
El presidente afronta mañana otra jornada de protesta contra su política social
Jean-Louis Schilansky, el presidente de la Asociación Francesa de Industrias Petroleras, sostiene que hay gasolina para, al menos, dos semanas y que el suministro a las estaciones de servicio se ha normalizado después de que el viernes las fuerzas antidisturbios se hicieran cargo de algunos depósitos estratégicos de combustible bloqueados por los sindicatos. El ministro del Interior, Brice Hortefeux, advirtió de que se empleará la fuerza si es necesario. "Haremos desbloquear los depósitos cuando no estén en condiciones de funcionar a causa de elementos externos", aseguró.
Pero conviene no menospreciar la fuerza de los sindicalistas franceses: Charles Foulard, de la CGT, trabajador del grupo petrolero Total, avisaba ayer de que seguramente, a partir de hoy, los sindicatos y la policía van a comenzar "a jugar al ratón y al gato a la hora de bloquear depósitos". Los camioneros, que el viernes avisaron de que se sumaban a la protesta, comenzarán hoy, previsiblemente, a hacerse notar taponando carreteras y ralentizando la marcha de los automovilistas.
Los trabajadores ferroviarios, que se unieron al paro desde el principio, esto es, desde el martes pasado sin demasiada presencia, aseguran que a partir de hoy endurecerán su participación en la protesta, con lo que es previsible una mayor incidencia en trenes de medio y largo recorrido.
En una palabra: el movimiento sindical eleva un grado la presión antes de la determinante jornada de protesta de mañana y de la decisiva votación del miércoles. El primer asalto será la vuelta de tuerca de la huelga con la irrupción de los camioneros y la más coriácea postura de los ferroviarios. El segundo, la jornada de protesta. Se lo juegan en estos dos días, ya que hay ya dos sindicatos (de los ocho que secundaron la protesta) que han sugerido que, después de la votación del miércoles, no tiene mucho sentido batirse a contrapelo, esto es, por la retirada de una ley recién aprobada.
El Gobierno no cede. El primer ministro francés, François Fillon, advirtió anoche de que bajo ningún concepto se va a producir un "desabastecimiento" de combustible en Francia, y que no permitirá que los sindicatos bloqueen el país mientras se vota la ley de reforma de las pensiones.
Sarkozy, mientras tanto, viaja hoy a Deauville, en Normandía, donde tiene previsto celebrar una cumbre política con Rusia y Alemania. El Gobierno francés confía en poder encajar el golpe, en aprobar por fin la ley y que las vacaciones escolares de Todos los Santos, que comienzan el viernes, narcoticen el movimiento, por lo menos en un flanco que preocupa a Sarkozy: el de los estudiantes.
"Ya no queda gasolina, 'monsieur"
En la gasolinera del grupo Avia del bulevar de Grenelle, en París, el gasolinero dedicaba la tarde del domingo a vender chocolatinas. "No queda gasolina, monsieur, pero como somos una estación prioritaria de 24 horas, pues no podemos cerrar, y aquí me tiene", dice con una sonrisa. Pasa un motorista al que le basta un gesto del gasolinero para darse la vuelta y seguir buscando por otra parte de la ciudad. Pasa un tipo al volante de un Renault Scénic verde al que hay que explicarle algo mejor la situación. Después se marcha tomando el camino del motorista.
No hay gasolina en esta zona de París, se agotó muy pronto por la mañana. "A las 10.00", especifica el gasolinero. A juicio del Gobierno, en Francia solo hay dos centenares de gasolineras cerradas o con problemas de abastecimiento a causa de la huelga en contra de la reforma de las pensiones, que afecta a todas las refinerías del país. El gasolinero no se lo cree. "Hay más, o por lo menos ahora son más, solo hay que darse un paseo por esta calle".
Es cierto: las tres gasolineras del bulevar de Grenelle o están cerradas o presentan un cartel explicativo pintado con rotulador que disuade a los automovilistas. Todas se quedaron exhaustas a primera hora de la mañana debido a que los parisienses no obedecen mucho a su Gobierno, que recomienda no abalanzarse a los surtidores, insistiendo en que el suministro está garantizado.
El gasolinero afirma que mañana temprano habrá gasolina. Pero no puede asegurar si quedará por la tarde, porque las colas, previsiblemente, serán enormes. En la radio se oye la voz de la ministra de Economía, Christine Lagarde, que niega que haya o que vaya a ver escasez.
El gasolinero sonríe otra vez y dice:
-¿Y qué quiere que diga la ministra? En fin... ¿Le apetece un Nestlé?
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