Romance y fuga de un alcalde de Tejas
El alcalde de una conservadora ciudad de Tejas se fuga a México con su novio, un inmigrante irregular
En las áridas planicies del oeste de Tejas, en la noche del pasado 9 de mayo, el alcalde de San Angelo vivía un calvario. Había ganado sus cuartas elecciones, con un 89% de los votos. Era un joven político de 32 años y una prometedora carrera por delante. Los ciudadanos le admiraban por su dedicación abnegada. Cobraba unos 400 euros -un sueldo común en la política local tejana- al año en su puesto y no faltaba a ni un solo acto municipal, dedicándose exclusivamente a esta tarea. Pero la victoria política sabía amarga.
Había encontrado el amor el pasado mes de marzo. Pero era un amor imposible: un hombre, inmigrante mexicano, sin papeles. Tenía dos opciones. Podía quedarse en su puesto. "Me hubiera arrepentido toda mi vida de hacer ese sacrificio", diría Lown posteriormente en una conferencia telefónica. También podía dejarlo todo. Fugarse con su novio y comenzar desde cero. "No quise sacrificar mi humanidad", añadió. Se fugó.
Así que Lown se ausentó de su propia toma de posesión y envió una carta al ayuntamiento el pasado 20 de mayo, pidiendo disculpas: "He tomado miles de decisiones en beneficio de nuestra comunidad, y he sopesado esta decisión del mismo modo que me he enfrentado a otras decisiones". Se marchó a México, un país en el que puede residir porque tiene doble nacionalidad, gracias a su madre, que era mexicana. Allí se aloja con su pareja, que ha solicitado un visado por los cauces oficiales.
Su novio cruzó la frontera hace 5 años. Estudió en una escuela de secundaria y luego comenzó sus estudios universitarios en San Angelo, ya que Tejas permite acceso a la educación pública también a aquellas personas que no tienen la documentación en regla.
Empezar de nuevo
"Vamos a buscar un lugar donde vivir, y vamos a comenzar de nuevo", dijo en una conferencia telefónica con los medios desde un hotel no identificado de México. "Fue una decisión difícil, pero es la decisión que sentía que debía tomar". El alcalde no descarta regresar a San Angelo, pero sólo lo hará cuando su novio tenga todos los papeles en regla. Mientras, se quedará al otro lado de la frontera.
San Angelo es parte del corazón de Tejas, una zona de vaqueros, ranchos y praderas, con una base aérea y un solo bar de homosexuales, donde los republicanos ganaron las elecciones presidenciales de noviembre con un 71% de los votos. En ese Estado la sodomía entre hombres fue una falta hasta 2003, penalizada con hasta 300 euros de multa al cambio actual.
Consciente de ese panorama, el alcalde parecía esperar un ataque colectivo de ira, un rechazo frontal por su sexualidad y una condena unánime a su relación con un inmigrante irregular. Se equivocó. El pueblo dice echar de menos a Lown, según los comentarios de ciudadanos al diario San Angelo Standard-Times.
El Presidente de la Cámara de Comercio, Phil Neighbors, le deseó lo mejor y pidió "que vuelva cuando pueda a San Angelo". "Estoy tan sorprendido como todos. Creo que ha hecho un trabajo excelente y ha dado mucho a esta comunidad", dijo el jefe de policía local, Tim Vasquez. "Hemos perdido a un gran trabajador de la administración pública", añadió el concejal Jon Mark Hogg.
Incluso el diario local, el Standard- Times, criticó que hubiera sido "inmaduro" en sus decisiones y se preguntaba por qué no había preferido "enviar a su pareja a México y ayudarle a que consiguiera el visado" mientras seguía sirviendo a sus ciudadanos. El alcalde, sin embargo, huyó. "Si no hubiera sido así, no hubiera podido vivir como persona", dijo, antes de disponerse a comenzar una nueva vida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.