París y Berlín enfrían el acceso de Turquía
Sarkozy y Merkel se inclinan por un acuerdo preferencial frente a la adhesión plena
El camino de Turquía hacia la incorporación de pleno derecho en la Unión Europea está plagado de espinas. La adhesión siempre se planteó como una empresa a largo plazo, en el horizonte de 2015 o 2020, pero incluso estas fechas se difuminan cada día más. El último apoyo sustantivo al Gobierno de Ankara vino nada menos que de la mano del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en abril, con la intención de fortalecer la apuesta democrática más seria de un país islámico. Sin embargo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Ángela Merkel, no comparten el entusiasmo de Washington.
Pasado ya el efecto de la gira europea de Obama, Sarkozy volvió a la carga esta semana expresando con más contundencia su rechazo a la incorporación turca, una cuestión central en su visión sobre el futuro de la Unión. "Europa debe parar de diluirse en sí misma en una ampliación infinita. Europa debe tener fronteras, Europa debe tener límites", declaró el presidente francés. Merkel también cargó su discurso: "No tiene sentido que la UE siga ampliándose si no tiene capacidad para actuar". Para ambos, el futuro de Turquía, más que por la membresía plena en la UE, pasa por un Acuerdo de Asociación Privilegiada. Un instrumento que Europa ya ha utilizado para estrechar lazos con países como Marruecos.
El presidente turco, Abdullah Gul, criticó a Sarkozy y Merkel su "falta de visión". El mandatario aseguró que "no iban a hacer caso" a París y Berlín e insistió en que Turquía es un actor importante en el terreno internacional y que Europa lo necesita como socio. El debate será más exhaustivo el próximo martes en el marco del Consejo de Asociación UE-Turquía, que se celebrará en Bruselas.
El ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt, también advirtió de que la posición francesa puede volverse en contra de la UE porque los procesos de adhesión han funcionado como un instrumento democratizador y reformista del continente. Si se cierra el proceso de ampliación, se corre el riesgo de que los alicientes desaparezcan y que los valores que la UE intenta transmitir sean reemplazados por los de otra potencia, como puede ser Rusia.
La cuestión de fondo de la firme oposición franco-alemana es el temor a la pérdida de poder político. Con el nuevo Tratado de Lisboa, la población pasará a ser un elemento determinante para medir la importancia de cada país en la UE. La gran conquista de Alemania en el nuevo tratado, que es nada menos que el reconocimiento a su mayor peso tras la reunificación, se desvanecería a la luz de la bomba demográfica que representa Turquía.
Mientras Europa envejece y su población se estanca, la de Turquía se dispara. En el horizonte de 2060, Alemania contará sólo con 70 millones de habitantes frente a los 82 actuales. En cambio, en Turquía sus 71 millones de ciudadanos de hoy se convertirán en 97 millones dentro de cuarenta años. Francia, aunque también crecerá hasta los 71 millones, deberá asumir que el mayor poder político en el Consejo Europeo y el Parlamento lo ejercerá un país de mayoría islámica como Turquía.
La mayor diferencia está en el potencial demográfico de Turquía. Aproximadamente el 40% de la población turca tiene hoy menos de 20 años. Los jóvenes turcos asustan a los cada vez más envejecidos alemanes y franceses. La población de entre 20 y 24 años figura entre los que tienen un mayor nivel en enseñanza secundaria sólo detrás de Italia y Polonia. El segundo impedimento para los turcos con vistas a la adhesión es su pobreza respecto a la Unión. Con una renta per cápita próxima a un tercio de la que gozan los grandes países europeos, existe el temor de que el nuevo socio acapare la mayor parte de los fondos europeos.
Mientras tanto, las negociaciones para la adhesión avanzan a paso muy lento. Se han abierto negociaciones en 10 de los 35 capítulos y sólo se ha cerrado uno, el de ciencia e investigación. El pasado diciembre se iniciaron las discusiones sobre dos nuevos capítulos: libre movimiento de capitales e información y medios de comunicación. Con excepción del capítulo sobre medios de comunicación, donde la UE ha presionado de manera significativa para impulsar la libertad de expresión en Turquía, la mayoría de temas en discusión son muy técnicos, dejándose los más políticos para el final.
Un camino lleno de reveses
- 4 de octubre de 2005. Apertura de las negociaciones: Turquía inicia el proceso de adhesión a la Unión Europea como miembro de pleno derecho. La candidatura había sido presentada en 1987.
- 2005-2006. Proceso contra Orhan Pamuk: El Premio Nobel de Literatura es acusado de insultar la identidad turca por unas declaraciones a un diario suizo sobre el asesinato masivo de armenios y turcos durante el Imperio Otomano. El Gobierno ordena que se retiren los cargos contra Pamuk después de que la Comisión Europea advirtiera del daño que suponía para la libertad de expresión y la adhesión turca a la UE.
- Octubre de 2006. Tensión con Francia por el genocidio armenio: El Parlamento francés aprueba un proyecto de ley que condena a quienes nieguen el genocidio armenio.
- Febrero de 2008. Polémica del velo: Una reforma de la Constitución que permite a las mujeres llevar velo en las universidades desata las protestas callejeras de la oposición laica que solicita la ilegalización del partido gobernante, el AKP. El Tribunal Constitucional desestima la petición de ilegalizar el partido del primer ministro Erdogan y la Comisión Europea celebra la decisión judicial.
- Abril de 2009. Obama intenta impulsar la adhesión: El presidente de EEUU visita Turquía tras su gira por la UE para dar un espaldarazo a la candidatura turca.
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