El Papa advierte contra los que socavan la autoridad de la ONU
Benedicto XVI pide unidad en las crisis humanitarias
Benedicto XVI denunció ayer, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, la "indiferencia" y la "falta de intervención" de la comunidad internacional ante conflictos en los que se violan los derechos básicos de las personas. "Si los Estados no son capaces de garantizar la protección [de los más débilies]", dijo el Papa, "se ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas". Aparte de la necesidad de solucionar las crisis humanitarias existentes, Joseph Ratzinger pidió un papel más fuerte para la ONU y un mayor multilateralismo ya que, dijo, el mundo "sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos".
Los derechos humanos son universales, recalca Ratzinger
Era ésta la cuarta vez que un Papa se dirigía a la Asamblea General, después de Pablo VI y Juan Pablo II, que lo hizo en dos ocasiones. Durante meses, el Vaticano había destacado el discurso de ayer como una de las principales motivaciones que han llevado a Benedicto XVI a visitar Estados Unidos. Desde la ONU, el líder de la Iglesia católica se dirigió a todo el mundo.
Después de pasar dos días en Washington, en los que escenificó unas relaciones cordiales con el presidente, George W. Bush, y alabó a los estadounidenses por ser un pueblo "en busca de la libertad", ayer el Pontífice llegó al territorio neutral de la ONU para explicar dónde deben estar los límites de esta misma libertad. Según el Papa, es necesario prohibir "actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana". Por encima de todo, según Benedicto XVI, se encuentran la "responsabilidad de proteger" a los desfavorecidos y la "dignidad innata de cada hombre y mujer".
El Papa, crítico acérrimo de lo que él mismo ha denominado "la dictadura del relativismo", atacó ayer el pragmatismo en las relaciones internacionales. Presentó ante los dignatarios reunidos su faceta más moralista, reclamando que las naciones se atengan a verdades en lugar de a meros consensos. La finalidad última del derecho internacional, dijo, debe ser la defensa de la "dignidad humana". Precisamente su discurso llegó en la celebración del 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ratzinger no se presentó ayer en Nueva York como un soberanista. En casos de crisis humanitarias, "sean provocadas por la naturaleza o por el hombre", fue tajante: frente a gobiernos criminales, organismos como la ONU tienen el deber moral de actuar. "La acción de la comunidad internacional no tiene por qué ser interpretada como una imposición injustificada y una limitación de la soberanía". En un discurso posterior pronunciado ante los trabajadores de la ONU, el Papa utilizó una metáfora muy del estilo de las enseñanzas católicas: "De forma natural, sucede en las familias. Los miembros más fuertes cuidan de los más débiles". Sin embargo, no fue esta defensa de la soberanía limitada un espaldarazo a la política de EE UU en Oriente Próximo y a su papel en la guerra de Irak. No le corresponde a ningún país el papel de "hermano mayor", dijo, sino a los organismos internacionales. Es la ONU la que debe "evaluar hasta qué punto los gobiernos cumplen con su responsabilidad de proteger a sus ciudadanos". Dijo, en referencia a las negociaciones de la Administración republicana en 2003, que, en caso de conflicto, "hay que alentar incluso el último signo de diálogo o deseo de reconciliación".
Fue ésta una crítica velada a los aspectos más controvertidos de la política internacional de esta Administración, expresada ante la misma Asamblea que no le concedió a Bush el permiso para derrocar el régimen de Sadam Hussein en 2003. Ratzinger dijo que el mundo vive una crisis desatada por la falta de respeto a las "reglas internacionales vinculantes". Calificó la existencia de "superpotencias" de gran "paradoja" en un mundo que, en cambio, "exige intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional".
Ratzinger, durante 24 años encargado de preservar el dogma católico a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pidió ayer flexibilidad en las relaciones internacionales. "A menudo, la legalidad prevalece sobre la justicia", dijo el Papa, para añadir que la defensa de los derechos humanos no es un mero asunto de leyes, sino en una justicia universal.
Antes de ser Papa, a Benedicto XVI se le conocía como un teólogo e intelectual respetado en los círculos vaticanos. Su bagaje lo ha forjado en múltiples universidades y una vida dedicada de lleno a la doctrina católica. Ayer, sin embargo, quiso resumir su discurso en una frase popular que tomó prestada a Agustín de Hipona: "No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti".
El tercer Papa en Naciones Unidas
- Benedicto XVI es el tercer Papa que se dirige a la Asamblea General de Naciones Unidas, tras Pablo VI y Juan Pablo II. El Vaticano, que no figura entre los 192 países miembros de la ONU, tiene condición de Estado observador permanente. Su actual representante ante la sede en Nueva York es el arzobispo Celestino Migliore. El Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con 174 de los países miembros de la ONU, pero no con China, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
- JUAN PABLO II 5 de octubre de 1995
Denuncia de los nacionalismos
PABLO VI 4 de octubre 1965 "Nunca más unos contra otros"
Karol Wojtyla centró su discurso de 1995 —en pleno proceso de desintegración balcánica— en una vibrante denuncia de los "nacionalismos extremos y exclusivos", que causan "verdaderas pesadillas de violencia y terror".
- JUAN PABLO II 2 de octubre de 1979
El reparto de la riqueza
Dirigiéndose a la Asamblea General de la ONU en 1979, Juan Pablo II calificó la distribución de los bienes materiales, "tantas
veces injusta", como "amenaza sistemática contra los derechos del hombre", y entonces contra la paz.
- PABLO VI 4 de octubre 1965
"Nunca más unos contra otros"
"Ustedes esperan de nosotros estas palabras: ¡Nunca más unos contra otros! ¡Ni tampoco unos por encima de otros!", gritó
el papa Montini en 1965, en plena guerra fría. "Razón, derecho y diálogo tienen que regir las relaciones internacionales".
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