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Medvédev arremete contra la "actitud antirrusa" de Ucrania

Moscú suspende el envío de un nuevo embajador a Kiev

Pilar Bonet

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, arremetió ayer contra su colega ucranio, Víktor Yúshenko, al que acusó de dinamitar las relaciones entre ambos países y llevarlas al nivel más bajo desde el desmoronamiento de la Unión Soviética. En una carta enviada a Kiev, el dirigente ruso anunció que el Kremlin ha suspendido el envío de su nuevo embajador a Ucrania por la deriva "antirrusa" en el "liderazgo" del país vecino. Con el mensaje de Medvédev comienza de hecho la campaña para las elecciones presidenciales del 17 de enero en Ucrania.

De entrada, la clase política ucrania no reaccionó a las palabras de Medvédev cerrando filas en torno a la dignidad nacional ofendida, sino más bien tratando de arrimar el ascua a su sardina. Los previsibles contendientes del actual presidente -cuyas políticas son más prooccidentales- han hecho equilibrios para perfilarse como constructivos y darle parte de razón a Medvédev -en el caso de Arseni Yazeniuk y los seguidores de la primera ministra Yulia Timoshenko-, o toda la razón, en el caso del líder de Regiones, el prorruso Víktor Yanukóvich. No está claro pues cómo influirán las palabras del ruso y si contribuirán a dividir más a Ucrania, sumergida en una profunda crisis económica.

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En su furioso mensaje, Medvédev recrimina a Yúshenko el haber adoptado "una posición antirrusa ante el bárbaro ataque del régimen de [el presidente georgiano Mijaíl] Saakashvili contra Osetia del Sur" y haber armado a Tbilisi. Subraya también que "ignorando la opinión de los ciudadanos de su país, para no hablar ya de la conocida posición de Rusia, continúa tozudamente el curso al ingreso en la OTAN". El dirigente ruso también culpa al ucranio de la guerra del gas del pasado invierno.

Con este mensaje, Medvédev tal vez se esté curando en salud y se haya dirigido a Yúshenko como medida preventiva para llamar la atención ahora -y no en plena apoteosis electoral- sobre la crisis del gas que los analistas económicos consideran inevitable. Ucrania paga puntualmente sus facturas de gas, pero importa una cantidad muy inferior a la concertada, lo que, según los contratos vigentes, supone que deberá pagar el 80% del volumen pactado como mínimo y penalizaciones. Hasta ahora, Gazprom no ha impuesto multas a Ucrania, pero en el futuro podría hacerlo y eso se traduciría en una nueva guerra del gas con penosas consecuencias para Europa. "Moscú y Kiev están dispuestas a pelearse incluso sin motivo, y con motivo mucho más", manifestó el analista energético Mijaíl Korchemkin, según el periódico Védomosti.

Con su estilo brusco y colérico, los dirigentes rusos están alejando de sí incluso a sus aliados más próximos, como lo demuestra que ni uno sólo de los países de la antigua Unión Soviética haya apoyado la independencia de las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjazia.

La ausencia de un embajador ruso en Kiev no ayudará a la estabilidad de las relaciones entre Rusia y Ucrania. Estaba previsto que el Kremlin enviara a Mijaíl Zurábov, posiblemente el político más desacreditado de la época de Vladímir Putin. Zurábov fue jefe del fondo de Pensiones de Rusia de 1999 a 2004 y ministro de Sanidad hasta septiembre de 2007. El funcionario nunca fue investigado ni juzgado, aunque la prensa rusa le vinculó con turbios asuntos que llevaron a la cárcel a varios de sus subordinados.

La retórica del Kremlin tiene su efecto. Según encuestas del centro Levada, en 2001 un 71% de los rusos tenían una actitud positiva o muy positiva respecto a Ucrania. Ahora esa cifra se ha rebajado al 44%, mientras el 23% que en 2001 tenía una actitud negativa se ha transformado en un 47%.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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