McCain intentará procesar al castrismo
El candidato republicano dice que no esperará pasivamente la caída del régimen
El candidato republicano a la presidencia de EE UU, John McCain, se comprometió ayer ante la comunidad de exiliados cubanos en Miami a practicar una política mucho más activa en la consecución de la democracia en Cuba, lo que podría incluir el procesamiento ante tribunales norteamericanos de altos funcionarios cubanos, entre ellos Fidel y Raúl Castro, implicados en asesinatos o tráfico de drogas. Esa iniciativa forma parte, según dijo el senador, de unas "nuevas relaciones" con América Latina, en las que Washington asumirá un compromiso mucho mayor que en la actualidad en la implantación de valores y doctrinas que pongan freno al populismo de sistemas como el de Hugo Chávez.
"Mi Departamento de Justicia", dijo el candidato presidencial en un discurso ante dos centenares de representantes del colectivo cubano en esta ciudad, "llevará enérgicamente a juicio a los funcionarios cubanos implicados en el asesinato de estadounidenses, el narcotráfico y otros crímenes". Preguntado después por alguien del público si eso incluía a los hermanos Castro, el senador dudó unos segundos y, ante la presión de la audiencia, que pedía a gritos una respuesta afirmativa, acabó contestando: "Sí".
McCain: "Debemos dar esperanzas al pueblo cubano, no al régimen"
"Déjenme explicarles", añadió. "Cuando sea presidente de EE UU", manifestó, "encargaré a mi fiscal general que investigue los casos, como derribos de aviones y otros, en los que puedan estar involucrados funcionarios cubanos en asesinatos y tráfico de drogas, y si existen pruebas suficientes apoyaré su procesamiento, incluidos los de Fidel y Raúl Castro". En su más importante pronunciamiento hasta la fecha sobre Cuba, un asunto al que John McCain se siente emocionalmente vinculado por alguna experiencia vivida durante su tiempo de apresamiento en Vietnam, el senador de Arizona aseguró que el procesamiento de funcionarios cubanos es sólo una prueba más de su voluntad de involucrarse personalmente en el objetivo de una Cuba democrática.
"Como presidente no esperaré pasivamente al día en el que el pueblo cubano disfrute de las bendiciones de la libertad y la democracia", aseguró el candidato presidencial. "No voy a esperar", insistió, "éste es un asunto que afecta también a los intereses nacionales de Estados Unidos y no voy a esperar... El pueblo cubano ha esperado ya demasiado".
McCain no reconoció ni el más mínimo cambio experimentado en Cuba desde que Fidel Castro cedió parte del poder a su hermano Raúl, aludió al régimen cubano en los términos más duros y no ofreció la más pequeña zanahoria. Al contrario, añadió nuevas condiciones para levantar el embargo económico vigente desde hace casi medio siglo.
"Debemos dar esperanzas al pueblo cubano, no al régimen", sostuvo. "Mi Gobierno", advirtió, "obligará al régimen cubano a liberar incondicionalmente a los presos políticos, legalizar todos los partidos y sindicatos, permitir la libertad de prensa y convocar elecciones bajo supervisión internacional. El embargo debe permanecer hasta que se den estas condiciones".
En opinión de Joe García, actual candidato demócrata a la Cámara de Representantes y antiguo director de la Fundación Nacional Cubano-Americana, esta posición es mucho más radical que la que McCain mantuvo en su candidatura presidencial del año 2000, cuando la única condición para el levantamiento del embargo era la liberación de los presos. "Es una decepción para una mayoría de cubano-americanos que favorecen una ruptura del actual y fracasado statu quo", declaró García.
La única vía de diálogo que McCain mencionó ayer, ante una audiencia tan entusiasmada con sus palabras como con la voz de Olga Guillot entonando el himno nacional cubano, fue dirigida a los aliados norteamericanos en Europa y América Latina con el propósito de "desarrollar juntos un plan pos-Castro".
La meta de una Cuba demócrática es para McCain una prioridad en su política latinoamericana, al mismo nivel que la de "evitar que Venezuela y Bolivia tomen la misma ruta fracasada que Castro pavimentó para su país". Con ese fin, el candidato demócrata considera necesario "fortalecer relaciones con aliados clave, como Brasil, Perú y Chile", y, sobre todo, apoyar al Gobierno de Colombia, "un faro de esperanza en la región".
"No permitiremos que nuestros socios caigan en manos de demagogos, narcotraficantes y desesperados", prometió. Para ello, entre otros instrumentos, consideró imprescindible la aprobación del tratado de libre comercio firmado por George W. Bush con Colombia pero frenado por el actual Congreso de mayoría demócrata.
McCain mencionó el libre comercio como una de sus principales armas para el reforzamiento de "una nueva política hacia América Latina", de la que también forma parte, según dijo, una actitud más exigente en el cumplimiento de los principios democráticos, de acuerdo con los patrones norteamericanos. "Dejemos claro", aseguró, "que los que no compartan nuestros valores de libertad y apertura no podrán contar con nosotros como amigos".
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