Matanza terrorista en el metro de Moscú
Dos mujeres se hacen estallar en dos estaciones y causan 38 muertos y 65 heridos - El Gobierno ruso apunta a los islamistas del Cáucaso y promete "exterminarlos"
La amenaza terrorista procedente del norte del Cáucaso sigue planeando sobre toda Rusia, según la primera y única versión expresada por el responsable del Servicio Federal de Seguridad, Alexandr Bortnikov, sobre los dos atentados que ayer causaron 38 muertos y 65 heridos en el metro de Moscú, sistema de transporte que es utilizado diariamente por nueve millones de personas. El terror golpeó en dos estaciones de una misma línea -la roja o Sokolnicheskaia- por medio de dos mujeres suicidas, que fueron captadas por las cámaras de vídeo instaladas en los escenarios de la tragedia. De los 38 muertos a los que se elevaba el balance de muertos anoche, la mayoría eran jóvenes y 22 habían sido identificados. Los 65 heridos, algunos graves, se encontraban internados en hospitales de la capital, tras ser evacuados en helicópteros que aterrizaron en plena calzada junto a las estaciones siniestradas. Hoy ha sido declarada jornada de luto nacional en Rusia.
Ambas suicidas iban acompañadas de otras dos mujeres de aspecto eslavo
En una reunión de urgencia con los responsables de seguridad, policía y fiscalía, así como responsables del Ministerio de Situaciones de Emergencia, el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, exhortó a intensificar el control del transporte por todo el país. La lucha contra el terror continuará "sin vacilaciones y hasta el final", dijo el mandatario, quien por la noche acudió a la estación de Liubianka, escenario del primer atentado, para depositar flores en memoria de las víctimas. En las paredes de la estación, donde se había restablecido el tránsito por la tarde, eran perceptibles los impactos de la metralla y de los objetos metálicos que acompañaron a la siniestra carga explosiva.
"Son simplemente fieras. Con independencia de los motivos por los que se rigen, lo que hacen es un crimen desde cualquier noción del derecho y desde cualquier moral", dijo Medvédev, según el cual la tarea de las autoridades es explicar a los ciudadanos cómo comportarse en caso de atentado y organizar un sistema de control del transporte por todo el país. "No tengo ninguna duda de que los encontraremos y los exterminaremos a todos, como se ha exterminado a los que cometieron el atentado en el Nevski Express", dijo, refiriéndose al atentado contra uno de los trenes de élite que une Moscú con San Petersburgo.
Por su parte, el jefe del Gobierno, Vladímir Putin, interrumpió un viaje a Krasnoyarsk, en Siberia, para volver a la capital. Putin dijo que los terroristas debían ser "exterminados", lo que en el caso de ayer era redundante, al tratarse de suicidas. Serguei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores, apuntó a Al Qaeda, informa Reuters.
La trágica jornada comenzó a las 7.55 (dos horas antes en España) en la estación Liubianka, junto a la sede central del Servicio Federal de Seguridad (SFS), la institución heredera del KGB de la URSS. Al abrirse el vagón de uno de los trenes que entraba en la estación, una mujer hizo estallar una carga equivalente a cuatro kilos de dinamita. El resultado fueron 24 muertos y una riada de pasajeros tratando de salir entre una nube de humo. Pese a la confusión, el gentío y los gritos de horror, no cundió el pánico y los pasajeros salieron a la superficie con relativa disciplina. A esa hora, el flujo de convoyes era muy intenso y los pasajeros que viajaban en dirección contraria al tren siniestrado se encontraron con un espectáculo dantesco de muertos, heridos, restos humanos y sangre.
Poco después, a las 8.40, en la estación de Park Kultury, otra mujer, esta vez cargada con el equivalente a dos kilos de trinitrotolueno, se hizo estallar con resultado igualmente devastador. No está claro dónde pasó la segunda terrorista el tiempo que medió entre el primer atentado y el segundo. Según una de las hipótesis, este último debía haber ocurrido en la estación de Oktiábrskaya, contigua a Park Kultury y ubicada junto a la sede del Ministerio del Interior. La suicida se habría equivocado por no conocer bien la ciudad. Informaciones policiales indican que la primera terrorista era de mayor edad que la segunda, y que ambas habían ido acompañadas de dos mujeres de aspecto eslavo. Fuentes del SFS manifestaron a la agencia Ria-Novosti que las suicidas tomaron el metro en Iugo-Západnaia, al principio de la línea donde perpetraron los ataques.
La información de que los taxistas multiplicaban por diez sus tarifas para llevar a quienes no tenían otro medio de transporte (el tráfico en Moscú quedó paralizado y la gente se desplazaba a pie) causó indignación generalizada. El jefe de Gobierno, Vladímir Putin, pidió solidaridad y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Kiril, exhortó a quienes habían obtenido ganancias por este método a entregarlas para alguna buena obra. "Cualquier deseo de sacar provecho de la desgracia de otros se transformará en desgracia", atronó el patriarca, tras rezar un responso por las víctimas. El alcalde de Moscú ha prometido atención y compensaciones para todos los damnificados, con independencia de si se trata de moscovitas o forasteros.
Las pistas de los atentados llevan a los insurgentes islamistas radicales del norte del Cáucaso. Recientemente, en una operación del Servicio Federal de Seguridad en Ingushetia fue muerto Said Buriatski, nombre de guerra con el que se conocía al ideólogo del terrorismo suicida, que en realidad se llamaba Alexandr Tijomírov, y procedía de Ulan Udé, la capital de Buriatia, en Siberia. De padre buriato y madre rusa, Buriatski, que fue educado en el budismo, se encargaba de preparar a terroristas suicidas. A él se le atribuye, entre otras cosas, el atentado contra el tren Nevski el 27 noviembre 2009, en el que perecieron 28 personas. Ahora, lo ocurrido en Moscú hace pensar que alguno de sus discípulos podría continuar su labor.
Recientemente también fue muerto por las fuerzas de seguridad Anzor Astemírov, alias Seifullaj. Astemírov, de 33 años, está considerado como uno de los líderes de la guerrilla en Kabardino- Balkaria, y uno de los organizadores, junto con el checheno Shamil Basáyev, del ataque perpetrado contra dependencias policiales en Nalchik, la capital de la provincia, en octubre de 2005. En aquella ocasión 200 guerrilleros asaltaron más de 10 instalaciones policiales. El balance fue casi de 150 muertos y más de 100 heridos.
Astemírov, de origen kabardo, había estudiado en Arabia Saudí y dirigía un Instituto de Investigaciones Islámicas. Con el tiempo, fue radicalizando su posición y fue nombrado emir de Kabardino-Balkaria. El presidente de Kabardino-Balkaria, Arsén Kanókov, reconoció que la incursión guerrillera en Nálchik se debió a la arbitrariedad de los órganos policiales y sustituyó a sus dirigentes cuando llegó al poder.
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