Lage y Pérez Roque se autoinculpan en la prensa de sus "errores"
Los dos políticos purgados renuncian a todos los cargos públicos
"En el socialismo uno nunca sabe el pasado que le espera". La frase es un viejo dicho cubano y hoy la repite una y otra vez un analista que se vanagloria de haber visto los 50 capítulos de la revolución. Ni uno más ni uno menos; es decir, la telenovela completita. Se refiere este sociólogo a los dos últimos políticos defenestrados por el presidente de Cuba, Raúl Castro: el ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, y el vicepresidente Carlos Lage.
En Cuba hay muchas formas de anunciar una destitución. Aunque los perjudicados hayan llevado 20 años sirviendo fielmente a la causa de la revolución, el modo de desaparecerlos de la escena política puede ser cruento y hasta humillante -"pasará a ocupar las tareas que la Revolución estime necesarias"-, cargada de insultos y adjetivos -"el ciudadano defraudó los sagrados deberes de la patria"-, o con cierto aire de misericordia -"el compañero fue liberado de sus funciones"-.
Pero éste no es el caso. Las destituciones de Lage y Pérez Roque se acompañan de sendas cartas autoinculpatorias, publicadas en el diario oficial, Granma, en el peor estilo soviético.
Lage se dirige a Raúl Castro como presidente del país y segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, y le plantea su decisión de renunciar a todos los cargos en el Gobierno y también los que desempeña en la estructura partidista. "Reconozco los errores cometidos y asumo la responsabilidad". Dice que considera "justo y profundo" el análisis colegiado que le llevó al abandono de sus cargos, un análisis realizado a puerta cerrada en el Buró Político, del que no se ha dicho nada en la prensa.
Por su parte, Pérez Roque renuncia a su condición de diputado, miembro del Consejo de Estado e integrante del Comité Central del Partido Comunista. "Reconozco plenamente que cometí errores y asumo mi total responsabilidad en ellos", asegura, aludiendo a unos errores que nadie sabe cuáles son, ni su trascendencia. Tampoco entra en detalles sobre la reunión del partido, que sigue siendo un misterio para los cubanos. "Le reitero mi fidelidad a Fidel, a usted [Raúl Castro] y a nuestro Partido", concluye el ex ministro de Exteriores.
En el artículo de Fidel Castro publicado el miércoles, el ex mandatario asegura que "la miel del poder por la cual no conocieron sacrificio alguno despertó ambiciones que los condujeron a un papel indigno". "El enemigo se llenó de ilusiones con ellos", escribió. Raúl ahora está forjando su propio Gobierno y con sus propios hombres, hasta ahora desconocidos. Eso sí, con un estilo de ordeno y mando y de palabras y acciones directas.
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