Los Kennedy ven a Obama como uno de los suyos
"Para mí, ésta es una era de esperanza",aseguró el patriarca de la familia
Nadie lo esperaba, pero el lunes por la noche, el León rugió de nuevo. "Para mí, ésta es una era de esperanza", dijo el sen ador por Massachusetts, Edward Ted Kennedy, de 76 años, ante una audiencia emocionada hasta las lágrimas.
"Se nos dice que Barack Obama cree demasiado en una América de elevados principios y de valientes esfuerzos, pero cuando John Kennedy nos propuso ir a la Luna, no insinuó que fuera un destino demasiado lejano". De este modo, el último patriarca del clan Kennedy le pasó el testigo a Obama, el político "que cerrará el libro de las viejas políticas de raza y género", según le definió. "Y yo estaré en el Senado en enero para verlo".
Hay quien no tolera la comparación del senador de Illinois con John Kennedy
La comparecencia fue más emotiva si cabe porque a Kennedy se le diagnosticó un tumor cerebral incurable el 20 de mayo, siendo el suyo el último episodio en la trágica historia de infortunios de la llamada familia real estadounidense. John-John, el sobrino del senador e hijo del célebre ex presidente, falleció en un accidente aéreo en la costa atlántica en 1999. Robert, candidato a la presidencia en 1968, fue asesinado a tiros después de ganar las primarias de California y ser serio aspirante a llegar a la Casa Blanca. Su hermano John F. Kennedy murió en Dallas, en uno de los magnicidios más recordados de la historia.
En aquel mes de noviembre de 1963 nació el mito de Camelot. Fue su esposa, Jacqueline, quien acuñó el término, siete días después del asesinato. En una entrevista con el periodista Theodore White, de la revista Life, dijo: "Habrá grandes presidentes de nuevo. Pero no habrá otro Camelot".
Puede que Caroline, la hija de 50 años de John y Jacqueline Kennedy, se haya empeñado en que no se cumpla lo que predijo su madre. Hace exactamente cuatro años, esta abogada descubrió al entonces senador por Illinois, Barack Obama, en el discurso inaugural de la Convención Demócrata de Boston, en el que John Kerry fue confirmado como candidato. Obama habló, sobre todo, de esperanza: "Esperanza en medio de la incertidumbre. ¡La audacia de la esperanza! Al final, ése es el gran regalo que nos ha entregado Dios".
Cuatro años después, este lunes, Caroline Kennedy decidió subir al escenario de la Convención Demócrata para regalarle la herencia política de la familia Kennedy a aquel joven senador. "Dondequiera que voy, los ciudadanos me cuentan que Barack Obama les hace sentir la misma esperanza que mi padre, como presidente, les inspiraba", dijo.
Los discursos del clan Kennedy del lunes fueron la culminación de una estrategia familiar que comenzó el 29 de enero. "El senador ofrece el sentimiento de esperanza e inspiración que los estadounidenses necesitamos", dijo Caroline entonces, en un mitin conjunto en la American University, en Washington.
Hay quien no tolera la comparación de Kennedy, el mito, con Obama, el político. "Es cierto que Obama, como Kennedy, es un joven senador", dice en un artículo publicado en la revista Washington Monthly el analista de la Fundación Nueva América Ted Widmer, "pero el parecido acaba ahí". Kennedy era un político experto en relaciones internacionales. Había vivido en el Reino Unido y estuvo en la Cámara de los Comunes en los días de 1938 en los que se debatió el acuerdo de Múnich. "Comparado con Kennedy, el historial de viajes de Obama es más bien magro", escribe Widmer.
Algunos analistas opinan que este regreso a la primera división de la política es una estrategia de cuantiosos beneficios para los Kennedy. Hasta hace poco, Camelot parecía condenado a hundirse en las aguas de la memoria política de EE UU. "Esta alianza es una astuta estrategia de la señora Kennedy. Han pasado 45 años desde la caída de Camelot", explica Michelle Cottle, editora de la revista conservadora The New Republic, en una de sus columnas. "Caroline está subiendo a su familia al tren de la estrella política más excitante de las últimas décadas", dice Cottle. Dependiendo del resultado de las elecciones de noviembre, puede ser una simbiosis beneficiosa o, simplemente, una alianza simbólica.
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