Hamás reprime una manifestación de protesta de Al Fatah en Gaza
Desde comienzos de semana se venían buscando las cosquillas. Hamás prohibió los rezos en espacios abiertos y Al Fatah conminaba a sus simpatizantes a orar en plazas y descampados en el día sagrado musulmán. Los dos viernes previos, los choques entre los simpatizantes del partido laico palestino y la policía del Gobierno islamista subieron de tono. Algo inaceptable para Hamás. Tras adueñarse de Gaza en junio y desmantelar los cuerpos policiales leales a Al Fatah, sólo cuenta con una gran baza a su favor: mantener el orden. Ayer fue coser y cantar.
El partido del presidente Mahmud Abbas había instado a sus seguidores -mediante la televisión pública palestina y mensajes de móvil- a llenar plazas y lugares abiertos para cumplir el precepto religioso. Tras lo visto ayer, no parece que el camino de tomar la calle sea el más adecuado para doblegar a los islamistas, aunque el Gobierno de Abbas calificó la protesta como comienzo de una nueva Intifada. El jueves por la noche, Hamás había convocado manifestaciones en todo el territorio. Fueron multitudinarias. Ayer por la mañana, el despliegue policial fue abrumador.
Una hora antes del rezo, poco después del mediodía, los policías del Gobierno islamista, armados con bastones de caña y de madera y con fusiles, ya habían tomado el control total de las calles. Registraban los coches que consideraban sospechosos. En la explanada arenosa que se extiende junto a la mezquita Sheik Zayed, en el centro de Gaza, los agentes y milicianos de Hamás cortaron de raíz cualquier indicio de alboroto. "No queremos impedir el rezo. Pero deben hacerlo en la mezquita", declaraba Yussuf Zahar, jefe de la policía y líder fundamentalista.
20 heridos
Los dos viernes anteriores, los leales a Al Fatah llenaron el solar adyacente a la mezquita y provocaron disturbios serios en el centro de la ciudad. Ayer, esas plazas estaban casi vacías. Hamás se propuso abortar, y se esmeró, en prevenir altercados. Sin miramientos, pero sin excesos.
Algunos trataron de colocar sus alfombrillas en el exterior del templo, pero fueron forzados a entrar inmediatamente. Alguno que protestaba recibía un empujón. Si persistía, un bastonazo. Hubo un par que se llevaron una tunda de porrazos. Y a varios cámaras les arrebataron la grabación de las detenciones. El patrón se repitió en varias ciudades. En total, unos 20 hombres resultaron heridos, ninguno de gravedad.
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