Francia presiona para que la UE imponga un embargo petrolero a Irán
Bruselas discute la medida con grandes importadores como España e Italia
La Unión Europea se dio de plazo hasta el próximo día 30 para imponer sanciones serias a Irán, incluido el embargo a sus exportaciones de petróleo, y la impaciencia por actuar ya empieza a hacerse notar en algunas capitales, en particular París, que da por hecho que la República Islámica mantiene su velocidad de crucero hacia el arma nuclear. Bruselas está a la expectativa de lo que decidan los Gobiernos de los Veintisiete, mientras se reactiva el eterno juego negociador del ratón y el gato entre Teherán y la Unión. La República Islámica ha pedido a Catherine Ashton que fije el lugar y fecha para una nueva reunión y la coordinadora de la política exterior comunitaria replica que antes debe probar Teherán su voluntad de llegar a un acuerdo sobre su programa nuclear.
La dependencia de varios países del sur complica la adopción del bloqueo
En conjunto, la UE importa de Irán el 6% del petróleo que consume
El Consejo Europeo de hace un mes reiteró su inquietud ante la evolución del programa nuclear iraní a la luz de los indicios creíbles de su orientación militar entrevistos por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), y avaló la decisión de los ministros de Exteriores comunitarios de estudiar cómo imponer el próximo día 30 "nuevas sanciones que puedan afectar fuertemente a los sectores financiero, de transportes y energético" de Irán, conjunto de palabras que se resumen, esencialmente, en boicotear las exportaciones iraníes de crudo.
Teherán ha advertido de que o todos o ninguno, y que si a la República Islámica no se le deja exportar tampoco lo harán los demás países de la zona porque cerrará el estrecho de Ormuz, por donde circula el 40% del crudo mundial.
Estados Unidos se ha tomado en serio el pulso, y en el lado europeo Francia ha sido la primera en pedir acción a los socios comunitarios. París quiere "sanciones más duras", declaró ayer el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé. "El presidente ya ha hecho dos propuestas en ese sentido: la primera, congelar los bienes del banco central iraní, y la segunda, imponer un embargo a las exportaciones del petróleo iraní", dijo Juppé.
A finales de noviembre, París dejó escapar un comunicado en el que indicaba que las sanciones petrolíferas serían impuestas "a escala nacional" por los europeos. La declaración fue retirada enseguida, pero reveló el ansia francesa por actuar de una vez.
En los pasillos de Bruselas se analizan las consecuencias de tales medidas y el cómo llegar a aplicarlas si así lo deciden los ministros en su reunión de finales de mes. Pero de momento prima el juego puramente diplomático de la negociación, que en los últimos meses ha dado lugar a diversas intervenciones de Ashton, carta incluida en octubre, reclamando respuestas iraníes. Hace ya un año que Irán y los negociadores de la comunidad internacional (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania, coordinados todos por Ashton) no se sientan en la misma mesa.
Ashton todavía está pendiente de recibir la respuesta iraní y solo tiene noticias desde Teherán, conforme a la intervención de ayer de un portavoz iraní de que la República Islámica se dice a la espera de que la Alta Representante fije fecha y lugar para una nueva reunión. Un portavoz de Ashton replicó que antes deberán los iraníes responder a la carta en que se les reclamaba que probaran fehacientemente que quieren responder a las inquietudes que suscita su programa nuclear. "Primero que respondan la carta y luego ya veremos", ha manifestado el portavoz de Ashton. "Estamos dispuestos a negociar en serio, pero sin condiciones previas".
Es decir, la UE mantiene su doble enfoque ante Irán: mano tendida a la negociación y sempiterna amenaza de tomar medidas de represalia. Las adoptadas a lo largo de los años (sanciones financieras, congelación de haberes y veto a determinados responsables del régimen) no parecen haber hecho mella en Teherán. De ahí la decisión de recurrir al embargo petrolero.
En su reunión del pasado 1 de diciembre, los ministros de Exteriores comunitarios trataron el asunto sin llegar a ningún acuerdo por los problemas que tal pacto supondría para algunos socios (Grecia recibe crudo iraní con pago aplazado; España, Italia y Bélgica son también clientes importantes), y se optó por analizar y madurar el caso con vistas a la reunión del día 30 de enero. La UE en su conjunto apenas importa desde Irán el 6% del petróleo que consume. Más que ese relativamente bajo consumo propio, lo que ahora ha introducido un nuevo y grave elemento a considerar por la diplomacia europea es la amenaza iraní de cerrar Ormuz.
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