El Ejército israelí, acusado de utilizar escudos humanos en Cisjordania
Fue terminantemente prohibido por el Tribunal Supremo de Israel hace dos años, pero el Ejército hace caso omiso. El fiscal militar, Avihai Mandeldlit, ha abierto una investigación sobre una práctica que viola flagrantemente las normas internacionales con las que se debe conducir cualquier Ejército y toda potencia ocupante: el empleo de civiles como escudos humanos para proteger a los soldados.
Sucedió en la invasión que las Fuerzas Armadas hebreas llevaron a cabo en Nablus (Cisjordania) hace tres semanas. Con un agravante añadido: se utilizó como protección durante las redadas casa por casa a una niña palestina de 11 años y a un adolescente de 15. El chaval relató que era obligado a abrir puertas, ventanas y armarios en las viviendas en las que los soldados buscaban a presuntos milicianos palestinos.
Estos dos casos han sido documentados por la ONG de derechos humanos israelí Betselem. Pero hay otra prueba mucho más contundente que las declaraciones de los afectados. La cadena de televisión Associated Press grabó cómo un hombre adulto también era forzado a punta de fusil a acompañar a los uniformados.
También ayer trascendió que el Ejército ha vuelto a efectuar ejercicios de entrenamiento consistentes en tomar aldeas por asalto. Ha sucedido esta semana en Beit Lid, un pueblo cercano a Tulkarem (Cisjordania), y es la tercera vez que ocurre en los últimos 30 días. No se trata de que los servicios de espionaje hayan recabado información sobre la presencia de milicianos que preparan atentados, ni de la caza y captura de presuntos terroristas.
Denuncia con fundamento
Como en el caso de los escudos humanos, caben pocas dudas de que la denuncia es cierta. Fueron varios reservistas del Ejército quienes acudieron a la ONG Yesh Din (Existe Justicia) y aseguraron que una brigada de paracaidistas tomó Beit Lid. Una portavoz del Ejército se limitó a apuntar que en los entrenamientos se cumple el protocolo, pero Michael Sfard, un asesor legal de Yesh Din, afirma que los asaltos se produjeron en poblados que no son conocidos por su hostilidad a la ocupación, que ponen en riesgo la vida de soldados y civiles y que desatan el pánico entre la población.
Las activas ONG israelíes plantean infinidad de denuncias sobre los maltratos que policías y militares infligen a palestinos y también a ciudadanos árabes-israelíes. El sábado pasado fue detenido Waal al Qarawi, un hombre en la cuarentena que fue conducido a una comisaría de Jerusalén. Al día siguiente, poco antes de ser enterrado, se hallaron señales de violencia en su cadáver. Qarawi era una persona sana, según sus familiares, que exigieron que se le practicara la autopsia. Las investigaciones oficiales sobre casos como los relatados suelen concluir en el archivo o en muy suaves condenas.
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