Brasil y Argentina temen perder su gas
En las grandes bolsas de gas que se encuentran bajo el suelo boliviano reside una de las claves de este conflicto. El país tiene las segundas mayores reservas de gas natural de Suramérica, tras Venezuela, y se concentran en la zona autonomista del este. Cualquier problema grave con la producción y el transporte del gas boliviano tiene un efecto devastador e inmediato en las economías de Brasil y Argentina, sus dos grandes importadores.
El reparto de los beneficios generados por los recursos naturales ha sido siempre objeto de polémica y ya provocó la caída de dos presidentes, González Sánchez de Lozada, en 2003, y Carlos Mesa, en 2005. Ahora, Evo Morales, que llegó al poder en 2006 con la promesa de redistribuir la riqueza del país (uno de los más pobres de Latinoamérica) y dar una mayor tajada a la comunidad indígena, también tiene problemas por el gas.
Los opositores de las cinco regiones rebeldes -Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca- se oponen al referéndum constitucional convocado por el Gobierno central para enero y que persigue reformas radicales de la agricultura y de la distribución de los ingresos del gas. Precisamente, las zonas que protestan son las más ricas y piden una mayor autonomía y un mayor control de los ingresos del gas en sus áreas. La región de Tarija alberga, a 5.000 metros bajo tierra, cerca del 85% del total de las reservas de gas, seguida de Santa Cruz.
El conflicto político en el país andino preocupa a Argentina y a Brasil, pero especialmente a este último, que compra a Bolivia la mitad del gas que necesita para que su economía siga creciendo. La semana pasada, el ataque contra un gasoducto en Bolivia supuso una reducción del bombeo de gas hacia Brasil del 10% durante 15 días. Poco después del ataque, el Gobierno brasileño anunciaba sus planes de construir entre 50 y 60 plantas nucleares en el próximo medio siglo para reducir su dependencia energética. Debido a la falta de inversiones, la escasa producción de gas ha obligado a racionar la exportación de Bolivia a Argentina.
Los hidrocarburos bolivianos fueron privatizados en los noventa y, en 2006, Morales los nacionalizó. Las 10 multinacionales con presencia en Bolivia, con la hispano-argentina Repsol YPF y la brasileña Petrobras a la cabeza, decidieron acatar la nueva situación y llegaron a acuerdos para aceptar el traspaso de la propiedad de los yacimientos a la estatal YPFB, a la que han quedado asociadas.
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