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Berlusconi extiende la guerra contra la Iglesia y la prensa a sus socios políticos

Tras los ataques a la Iglesia y a la prensa, el siguiente objetivo de la campaña de otoño de Silvio Berlusconi parece ser un conspicuo miembro de su propio partido, el ex líder del Movimiento Social Italiano (MSI) y hoy laico convencido Gianfranco Fini. En las últimas horas, las desavenencias públicas entre Fini, presidente de la Cámara de Diputados, y el primer ministro italiano han llenado el espacio con encono creciente. Fini, reducido a un rol meramente institucional tras la fusión, el pasado marzo, de Alianza Nacional (antiguo MSI) y Forza Italia en el Pueblo de la Libertad, aparece cada día más aislado políticamente en una mayoría que hace piña en torno al contraataque furibundo de Berlusconi contra todos aquellos que osan salirse del coro.

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El domingo, Fini lanzó la atrevida propuesta de conceder el derecho de voto a los inmigrantes ante las elecciones regionales, que deben celebrarse en marzo de 2010. El líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, replicó con dos palabras: "Está loco". Después, Berlusconi rechazó también la idea con cierta dosis de mala uva, y afirmó que se trata de "una estratagema de la izquierda para quedarse con los votos de los inmigrantes".

Las hostilidades pasaron a mayores con otro ataque de Il Giornale, el diario de la familia del primer ministro, que en un largo editorial de su director, Vittorio Feltri, llamó a Fini "compañero de la izquierda". Berlusconi intentó desmarcarse de lo publicado diciendo: "Con Fini todo está bien". A lo que éste replicó: "Nada está bien, no se pueden esconder los problemas".

Ésa parece ser precisamente la táctica elegida por Berlusconi para el nuevo curso: tapar los problemas y negar o modificar a voluntad la realidad, esa cosa tan incómoda: las velinas y las prostitutas ni existen ni han existido; el 90% de los medios están en manos de los cato-comunistas; él no ha tenido ni tendrá choques con la Iglesia; nunca hubo crisis económica (aunque ayer afirmó que está ya terminando); él no tiene nada que ver con Feltri, ni siquiera lo lee; la libertad de prensa no solo no está amenazada sino que es tan amplia que es "libertad de calumnia". Y por supuesto él, aseguró ayer, no es "un dictador, porque los dictadores censuran y cierran los periódicos, y yo no he cerrado ninguno".

Lo que él sí es, añadió, es "un torero". "Ellos me atacan como toros furiosos, pero yo soy un torero que no tiene miedo a nada".

Para demostrar su renovado vigor (democrático), Berlusconi retomó sus tradicionales ataques contra la magistratura, que parecía haber desterrado al presentar querellas a diestro y siniestro, y criticó a los fiscales de Milán y Palermo que investigan los posibles nexos, desvelados por algunos arrepentidos, entre la mafia siciliana y los servicios secretos en los asesinatos de los jueces Falcone y Borsellino.

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