Los talibanes asaltan un hostal lleno de empleados de la ONU en Kabul
Seis expatriados de la organización, uno de ellos de EE UU, mueren en el ataque
Tratando de demostrar que, frente a la confusión de sus enemigos, ellos tienen la iniciativa, combatientes talibanes han atacado hoy una pensión frecuentada por trabajadores expatriados de Naciones Unidas en Kabul y mataron a seis empleados extranjeros de esa institución, dentro de una ofensiva destinada a abortar la segunda vuelta de las elecciones, convocada para el próximo día 7 de noviembre.
Este ataque, que recuerda trágicamente al que en agosto de 2003 puso fin a la actividad de la ONU en Irak, genera enormes dudas sobre el papel que la comunidad internacional puede jugar en la organización de esas elecciones y deja en evidencia la indecisión de la Administración de Barack Obama sobre el rumbo que es preciso tomar en Afganistán.
La operación dio comienzo hacia las 5.30 hora local (2.00 hora peninsular española), cuando tres militantes talibanes vestidos de policías y provistos de armas automáticas y cinturones con explosivos irrumpieron en el hostal Bekhtar, donde se hospedan decenas de empleados extranjeros de la ONU en Kabul. Seis expatriados, entre ellos uno con pasaporte estadounidense según fuentes de su Embajada en Kabul, murieron en la acción, así como los miembros del comando suicida, tres afganos integrantes de la seguridad del edificio y un civil de esa misma nacionalidad. Uno de los extranjeros muertos es una mujer a la que se encontró con un tiro en la cabeza. Nueve funcionarios internacionales resultaron heridos, algunos graves.
En el momento del ataque, que se prolongó durante cerca de dos horas con intercambio de fuego entre los agresores y los habitantes del hostal, se encontraban en la residencia entre 20 y 25 representantes de la ONU que trabajan en la preparación de la segunda vuelta electoral. La Embajada de España en Kabul, que está a 250 metros del hostal, recibió media docena de impactos de bala durante los enfrentamientos, aunque no hubo víctimas.
Los testigos han relatado las escenas dramáticas que se vivieron en el edificio, donde algunos de sus ocupantes saltaron por las ventanas para evitar las llamas o se subieron al tejado huyendo de los disparos, mientras que otros intentaban responder con sus propias armas.
Casi de forma simultánea, otros comandos talibanes dispararon varios cohetes y granadas contra el palacio presidencial y contra el hotel Serena, un cinco estrellas usado por los extranjeros en Kabul, en ambos casos sin causar muertos ni grandes daños materiales, pero sí pánico entre la población. Un portavoz talibán reivindicó las acciones en una llamada a la agencia de noticias Associated Press y advirtió que se trata de la primera de una serie de operaciones destinadas a impedir la celebración de las elecciones.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha condenado condenó el atentado y ha asegurado que "no va disuadir a la ONU de continuar su trabajo en Afganistán, sobre todo ayudando al Gobierno y a la población afgana a sacar adelante la segunda vuelta electoral". El presidente afgano, Hamid Karzai, lo ha calificado de "acto inhumano". En Washington, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ha manifestado que los talibanes no pueden doblegar con violencia la voluntad de la comunidad internacional.
Pese a todas esas declaraciones, resulta indudable que la misión en Afganistán se encuentra en un momento crítico y que ya ni siquiera la perspectiva de las elecciones, cuya mera celebración resulta ahora dudosa, parece darle sentido a una guerra que Estados Unidos y la OTAN se ven incapaces de ganar. El golpe de hoy se produce después de una acumulación de bajas norteamericanas que han convertido este mes en el más mortífero para las tropas estadounidenses desde el comienzo del conflicto.
La demostración de fuerza por parte de los talibanes se hace, en fin, cada día más brutal. Mientras tanto, se sigue a la espera de que Obama decida una nueva estrategia. El senador republicano John McCain ha advertido que los aliados y los militares necesitan conocer ya el camino a seguir. Gibbs ha repetido que esa estrategia será anunciada "en las próximas semanas", pero extraoficialmente se van filtrando algunos detalles. La prensa estadounidense recoge versiones de portavoces de la Administración que adelantan que la misión se va a concentrar a partir de ahora en la protección de las principales ciudades de Afganistán, renunciando al patrullaje en zonas rurales.
El hermano de Karzai está en la nómina de la CIA, según The New York Times
Ahmed Wali Karzai, hermano del presidente afgano, Hamid Karzai, ha cobrado en los últimos ocho años de la CIA, pese a estar considerado uno de los principales responsables en la proliferación del tráfico de opio en el país, informa hoy The New York Times.
Según el rotativo neoyorquino, que cita a funcionarios de la actual y la anterior Administración estadounidense, la agencia de espionaje ha pagado por diversos servicios prestados por el hermano del mandatario afgano, que también se ha visto salpicado por escándalos inmobiliarios, que él ha negado siempre.
Ahmed Wali Karzai habría colaborado para reclutar fuerzas paramilitares que trabajaron bajo la dirección de la CIA en la zona de la que procede la familia Karzai, la provincia de Kandahar. El diario, subraya que las relaciones económicas entre el hermano de Karzai y el espionaje estadounidense han desatado todo tipo de cuestiones sobre la estrategia de guerra estadounidense, actualmente sometida a revisión por la Casa Blanca.
Estas relaciones han ocasionado profundas divisiones en el seno del Gobierno norteamericano, cuyas relaciones con el actual gobernante afgano son cada vez más tensas, y cuestionan además la implicación de la CIA en la lucha real contra el narcotráfico, según el periódico. Pese al desmentido de Karzai sobre sus relaciones con la CIA, las fuentes citadas por el diario afirman que es el propietario del antiguo cuartel general del mulá Omar en Kandahar, actual sede de la CIA y de su fuerza paramilitar conocida como Fuerza de Choque de Kandahr.
Chacón: "La retirada de las tropas devolvería el poder a los talibán"
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha reiterado hoy su defensa de la presencia de los militares españoles en Afganistán y ha asegurado que la permanencia de la misión de la ONU es indispensable porque una retirada de las tropas "devolvería el poder a los talibán".
Chacón ha defendido en el Congreso de los Diputados el carácter constructivo de la misión. Según ha explicado la titular de Defensa, desde que las tropas españolas están en el oeste de Afganistán se ha reducido en un 70% la mortalidad, se ha proporcionado acceso a agua potable, se han creado escuelas temporales y se ha iniciado la construcción de tres institutos, uno de ellos para mujeres, así como múltiples carreteras y otras infraestructuras.
En su opinión, no es casual que los ataques de los insurgentes contra escuelas hayan aumentado desde 2007 ya que "el extremismo se alimenta de pobreza, de falta de asistencia y de analfabetismo". Chacón ha destacado que en dos años los talibán han destruido 700 escuelas en Afganistán y 400 en Pakistán, la mayoría dirigidas a niñas.
Por otra parte, la Embajada española en Kabul ha recibido esta madrugada el "impacto de varios disparos" durante el enfrentamiento que hubo en las proximidades entre las fuerzas afganas y talibanes, que atacaron una residencia de empleados de la ONU en la capital afgana, según informaron fuentes diplomáticas. Según estas fuentes, la Embajada española se encuentra a "unos 200 metros del lugar atacado" pero no fue objeto de "un ataque directo". El edificio, según un portavoz de Exteriores, recibió "varios impactos de bala que provocaron la rotura de algunos cristales durante el fuego cruzado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.