África busca refugio en Argentina
Las solicitudes de asilo, la mitad procedentes de países africanos, suben un 142% por la flexibilidad de las leyes
Mazamba vende joyas baratas en las calles de Once, el barrio más cosmopolita y densamente poblado de Buenos Aires, y dice que vino de Costa de Marfil porque allí vio cómo hombres armados entraban en su casa y masacraban a su familia. Es joven y ha pedido asilo en Argentina, un país donde se ha disparado la cantidad de solicitudes de refugio en los últimos dos años.
Argentina está lejos de ser uno de los países con más asilados (sólo 3.172, frente a un millón en Pakistán), pero su lejanía con respecto a los países afectados por la violencia política, racial o religiosa no ha impedido que entre 2006 y 2008 el número de peticiones de refugio subiera de 355 a 859, un 142%, según la Comisión Nacional de Refugiados. Más de la mitad de las personas que buscaron asilarse en Argentina provino de África. Muchos se cuelan en barcos de cargas o cruceros de turistas, algunos sin saber adónde se dirigen. Los senegaleses integraron el principal colectivo de demandantes, seguido por los colombianos. También llegaron otros de Sierra Leona, Nigeria y Costa de Marfil. En algunos países de origen hay guerras o guerrillas en todo su territorio o en alguna región específica.
Algunos de los solicitantes africanos eligen deliberadamente Argentina o Brasil. Carolina Podestá, portavoz de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidos para los Refugiados (ACNUR) para el sur de Latinoamérica, explica que llegan hasta estas latitudes ante las dificultades para refugiarse en la Unión Europea y en EE UU. Podestá añade que los interesados esgrimen cuestiones de seguridad o leyes migratorias para restringir los asilos. De hecho, Amnistía Internacional advirtió durante el último Día del Refugiado, el pasado 20 de junio, que las personas que "arriesgan su vida para encontrar seguridad lo único que se encuentran al llegar a Europa es que las devuelven", según la directora del Programa para Europa y Asia Central de la organización, Nicola Duckworth. Noruega y otros países europeos, que dicen que ya no pueden recibir más asilados, están financiando a Gobiernos del mundo desarrollado para que los acojan.
Los refugiados africanos, que no migran por una cuestión económica sino porque sufren persecución en su tierra de origen, escogen Argentina y Brasil porque consideran que estos países ofrecen leyes migratorias flexibles, legislación específica para los asilados, ciertas posibilidades económicas, ausencia de conflictos bélicos y lejanía con respecto de donde se escapan. A veces los eligen como vía de escape transitoria hacia otro destino. ACNUR vaticina que irá aumentando la cantidad de solicitudes de asilo en Argentina, que en 2006, durante el Gobierno de Néstor Kirchner, sancionó una ley general de reconocimiento y protección al refugiado.
De cada cuatro solicitudes de refugio en Argentina, tres son de varones y una de mujer. El 19% es menor de 21 años, que es la mayoría de edad para la legislación argentina. De los 2.879 extranjeros que ya consiguieron el asilo, el 22% son peruanos (huyeron de Sendero Luminoso o eran perseguidos por las autoridades bajo la sospecha de pertenecer a esa guerrilla), el 11% son cubanos, el 5% son chilenos (llegaron en los años 80 huyendo de Pinochet) y otros tantos, colombianos. Además, hay armenios, rumanos y rusos, que llegaron en los 90 tras la caída del comunismo, y otros de Senegal, Sierra Leona y Liberia, que comenzaron a llegar también en la década pasada.
Algunos refugiados africanos llegan en barcos mezclados con otros inmigrantes, que no se marcharon por motivos políticos, raciales o religiosos sino económicos, con lo que a veces se vuelve difícil para las autoridades argentinas distinguir entre unos y otros. En ciertos casos son víctimas de redes de trata de personas. Lo primero que hace el Gobierno es darle una residencia precaria con la que puede trabajar y acceder a servicios básicos, mientras se analiza su solicitud durante alrededor de un año.
ACNUR asiste al Gobierno argentino y a su vez trabaja en la protección e integración de los refugiados con una organización católica, otra judía y la Fundación Myrar. Los africanos son una rareza en Argentina, suelen ser gregarios y solidarios entre ellos (comparten comidas, películas y habitaciones hacinadas en pensiones), son tímidos y amables, y en su mayoría mantienen la fe islámica. Vendiendo joyas en Once se entremezcan con
judíos ortodoxos, surcoreanos, peruanos y argentinos en general.
En Chile, donde se está discutiendo una ley para los refugiados, también se ha registrado un fuerte aumento de peticiones. La mayoría proviene de Colombia, pero también se ha asentado allí un centenar de palestinos que huyeron de Irak y que encontraron una buena acogida en el amplio colectivo de descendientes palestinos en Chile. A pesar de todo, Latinoamérica sigue sin aparecer entre las regiones que acogen a la mayoría de los 32 millones de refugiados, solicitantes de asilo, desplazados internos, repatriados y apátridas que proliferan por el mundo. La mayoría está en Pakistán, Irán, EE UU, Siria, Alemania, Jordania, Tanzania, Reino Unido, China y Chad.
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