32 años después de Deng Xiaoping
Deng Xiaoping, el político que siempre tuvo claro -le costó caer en desgracia tres veces- que China tenía que modernizarse para recuperar el centro del mundo, apostó desde el primer día de su reinado por una "coexistencia pacífica" con Estados Unidos. El llamado arquitecto de la reforma se impuso en el liderazgo del Partido Comunista Chino en diciembre de 1978 y un mes después viajaba a EE UU para una visita que rompió todos los moldes que hasta entonces habían encasillado las relaciones entre los dos países.
Deng, oficialmente, era apenas un viceprimer ministro, pero el presidente Jimmy Carter sabía con quién se las jugaba y dejando a un lado el protocolo le recibió tres veces. Incluso, para mostrar a su huésped la importancia que concedía a la nueva trayectoria chino-estadounidense, invitó a la cena que le ofreció en la Casa Blanca al ex presidente Richard Nixon. Fue la ocasión elegida por Deng Xiaoping para agradecer públicamente a Nixon "los esfuerzos realizados para la normalización de las relaciones entre China y EE UU", establecidas el 1 de enero de 1979.
La visita de Deng fue todo un éxito. Millones de chinos, que en los albores de la desmaoización aún consideraban a EE UU como el "imperio del mal", contemplaron incrédulos a Deng luciendo un sombrero tejano que le regalaron en el viaje a Houston, donde fue a ver el centro espacial de la NASA y a Deng recorriendo las sedes de Boeing y Coca-Cola en Seattle y Atlanta.
A los norteamericanos, también les sorprendió "ese hombre bajito" -como le llamó Stalin-, siempre sonriente, que se paraba a saludar a los niños. Pero detrás de esa sonrisa se escondía un político de acero, convencido de que la forma de levantar a China de la postración a que la había sometido Occidente pasaba por utilizar las mismas armas del enemigo: "Enriquecerse es glorioso", diría Deng un par de años después para acabar con las dudas de los chinos sobre las bondades del nuevo sistema.
Deng que desde la fundación de la República Popular, en 1949, defendió la necesidad de poner en marcha las "cuatro modernizaciones" (agricultura, industria, defensa y ciencia y tecnología), y solo consiguió imponerlas 30 años después, utilizó su visita a EE UU para exponer tanto al mundo como a sus propios conciudadanos cuáles eran las nuevas prioridades de China. Las líneas maestras trazadas entonces, tanto políticas como económicas, siguen marcando hoy en buena medida el avance de China. Deng quiso entonces demostrar que era posible hablar a Washington de tú a tú y, bajo ese principio de igualdad, establecer una "relación de socios estratégicos" que fuera beneficiosa para los dos países y, sobre todo, que actuara de anclaje y guía de la nueva andadura china. Hu Jintao, 32 años después, sigue sus pasos.
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