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200 estudiantes iraníes apedrean la Embajada británica

Ángeles Espinosa

Dos centenares de estudiantes basiyis atacaron ayer la Embajada británica en Teherán con piedras y petardos, sin causar daños de importancia. Los manifestantes, que corearon consignas antioccidentales, pedían la expulsión del embajador y el procesamiento de los 15 marinos capturados el 23 de marzo por fuerzas iraníes en aguas del Golfo.

Pero bajo el lenguaje provocador con el que los sectores más radicales tratan de avanzar sus posiciones y defender sus intereses, empezaban a oírse las primeras voces llamando a la calma y a mantener la cordura.

"Muerte a Inglaterra. Muerte a América. Muerte a Israel", coreaban los manifestantes en una coletilla que ya se ha hecho habitual en este tipo de eventos. Los asistentes también respondían al prototipo: miembros de la milicia islamista de los basiyis, literalmente voluntarios, una suerte de vigilantes islámicos afiliados ideológicamente con los Guardianes de la Revolución.

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En Irán, la policía disuelve expeditivamente cualquier concentración no autorizada. Ayer, los antidisturbios contuvieron el fervor antibritánico de los congregados delante de la Embajada, pero no los disolvieron.

Los gritos de los basiyis tachando de "nido de espías" la legación británica y pidiendo su cierre, trasladan 28 años atrás en el tiempo, cuando los estudiantes iraníes tomaron la Embajada de Estados Unidos. Sin embargo, y aunque los mismos eslóganes han seguido repitiéndose machaconamente durante todo ese tiempo, la escena transmite una imagen muy parcial de Irán.

El precedente

Entonces, 52 ciudadanos norteamericanos pasaron 444 días secuestrados dentro del edificio de la Embajada. Aquella crisis y el fallido intento de rescatarlos les costó la presidencia a Jimmy Carter frente al candidato republicano Roland Reagan.

Hace ya tiempo que esa retórica manida a la que se agarran los ultraconservadores ha dejado de movilizar a las masas. Apenas eran 200 los voluntariosos manifestantes en un país de 70 millones de habitantes que ayer celebraba precisamente el 28 aniversario del referéndum que instauró la República Islámica, con un 98,2% de síes. Hoy no está tan claro que el resultado podría ser el mismo.

En ese contexto hay que situar el actual rifirrafe diplomático, fruto tanto de las tensiones internas del sistema como de los desafíos que afronta en el exterior. El Gobierno iraní se encuentra bajo una enorme presión internacional (sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas incluidas), tanto por su fracaso en reactivar la economía (a pesar de que los elevados precios del petróleo están engordando las arcas del Estado), como por las discrepancias con su gestión de la crisis nuclear.

A decir de algunos observadores, una crisis que sirve para contener esa oposición interna y aunar a la nación.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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