Una semana sin reaccionar
El jueves por la noche, la víspera de su comparecencia en el juicio de Otegi, Jesús Eguiguren y su esposa cenaron con Alfredo Pérez Rubalcaba y su mujer en Madrid. Una de las conclusiones de la cena, por lo demás relajada e informal, fue que ni Batasuna ni el PP habían logrado sus objetivos políticos con el juicio a costa de los socialistas. Y que tampoco Eguiguren se lo iba a facilitar con su declaración del día siguiente -ayer viernes- ante el juez, como sucedió finalmente.
Batasuna ha tratado de hacer de la necesidad virtud. Ha utilizado el juicio de Otegi como altavoz para airear su conocida apuesta por las vías pacíficas y su rechazo de la violencia para lograr sus metas políticas, lo que ha conseguido. Pero ha tenido menos suerte al tratar de escenificar su relación con el PSE y el compromiso de Zapatero en el proceso de paz de 2006, entre otras cosas porque el juez lo ha impedido.
El PP ha estado toda la semana al acecho, sobre todo de la intervención de Eguiguren, con permanentes declaraciones, como las de Cospedal y González Pons, para tratar de erosionar a los socialistas por sus antiguas relaciones con Batasuna, lanzar sospechas de una nueva negociación y eliminar al presidente socialista vasco. El PSOE ha pasado a la ofensiva, tras una semana sin reaccionar. Han arropado a Eguiguren el presidente y el vicepresidente del Gobierno, además de Patxi López; y Rubalcaba, que confiesa en privado estar harto, aprovechó su presencia, ayer, en La Moncloa, para denunciar la maniobra no solo de Batasuna sino del PP y pinchar por enésima vez el globo de la negociación con ETA.
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