La riada abre Melilla a los inmigrantes
45 subsaharianos entraron en la ciudad anegada a través de un arroyo - El derrumbe de parte de la valla hace temer nuevos asaltos de 'sin papeles'
Las lluvias que anegaron Melilla y las zonas colindantes de Marruecos trajeron primero desolación: 22 muertos en Nador y cuantiosos daños en la ciudad autónoma. Ochenta metros de la triple verja fronteriza con Marruecos -de 10,2 kilómetros de largo- fueron arrancados y varios centenares quedaron casi inservibles.
Pero a un puñado de subsaharianos el temporal les brindó ayer la ansiada oportunidad de penetrar en la ciudad de sus sueños. No lo hicieron pisando los hierros de la valla derruida, sino a través de un arroyo.
Otros podrían intentarlo en los próximos días, pero esta vez saltando sin esfuerzos la verja derrumbada. De ahí que la Guardia Civil haya reforzado su despliegue en los nuevos puntos débiles aparecidos en la valla.
Unos 65 sin papeles intentaron, primero, entrar en tromba en Melilla, poco después de las seis de la madrugada, a través de la frontera convencional, pero fueron repelidos por la policía y la Guardia Civil.
Tenían un plan alternativo. Se arrojaron al cercano arroyo Mezquita y corrieron por el agua, que tenía medio metro de profundidad, hasta Melilla. Horas antes había superado los cuatro metros. Nada menos que 105 litros de agua por metro cuadrado cayeron en la ciudad el domingo.
Los emigrantes corrieron entonces hacia dos compuertas excepcionalmente abiertas por la Guardia Civil para que el lodo y las piedras que arrastraba el agua no las rompiesen.
De los 65 clandestinos, una veintena no consiguieron pisar suelo español y 17 fueron apresados en las compuertas fronterizas por unos guardias, que se echaron también al agua para perseguirles. Esos detenidos podrán ser devueltos rápidamente a Marruecos.
Vagaron por la ciudad
Alrededor de 27 lograron, en cambio, entrar en la ciudad. Primero deambularon por el barrio del Real y después, poco a poco, casi todos acudieron a la Jefatura Superior de Policía. Desde allí fueron trasladados al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
El fin del aislamiento de Melilla -el domingo estuvieron cerrados el aeropuerto, el puerto y la frontera- permitió a la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, viajar a una ciudad cuyos comerciantes quitaban ayer, cepillo en mano, el agua y lodo del suelo de sus tiendas.
Salgado se reunió con el presidente melillense, Juan José Imbroda, y anunció que el Consejo de Ministros del viernes aprobará ayudas -cuya cuantía no precisó- para paliar los daños causados por el temporal.
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