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La reforma militar levanta ampollas

2.000 oficiales y suboficiales recurren contra los nuevos escalafones

Miguel González

Desde el pasado día 1, no hay en las Fuerzas Armadas españolas oficiales de la Escala Superior y oficiales de la Escala de Oficiales (antigua Escala Media), sino oficiales a secas. La unión de las dos escalas (una procedente de las academias, con cinco años de estudios, y otra de origen heterogéneo, pero nutrida en buena parte por suboficiales que promocionaron tras un curso de tres años) es de las mayores revoluciones de la Ley de la Carrera Militar de 2007, que daba año y medio para publicar los escalafones de los cuerpos generales de los tres ejércitos y la Infantería de Marina.

Los retoques introducidos en la última Ley de Presupuestos no han evitado, sin embargo, que más de 2.000 militares presentaran alegaciones contra los nuevos escalafones, que previsiblemente se traducirán en otros tantos recursos de alzada ante la ministra y contenciosos en los tribunales.

En una década, la cifra de aspirantes a las academias ha caído a un tercio

Algo más de un millar son de la extinta escala superior (con unos 10.000 miembros), quienes consideran que la incorporación de sus compañeros de la antigua escala media (en torno a 6.000) les hace perder puestos en el escalafón y retrasa, cuando no cercena, sus posibilidades de promoción. Lo que más les indigna es que incluso oficiales más modernos, y a su juicio peor preparados, puedan ponerse por delante. "A nadie se le ocurriría meter en el mismo saco a médicos y ATS, como si fueran lo mismo. Y eso es lo que han hecho con nosotros, aprovechando que somos militares y tenemos que callar por disciplina", se queja un comandante.

Pero tampoco los supuestos beneficiados, oficiales de la antigua escala media, parecen muy contentos, aunque hayan presentado menos alegaciones (276). La unificación les obliga a superar un curso de 35 semanas -14 presenciales en alguno de los nueve centros docentes habilitados por Defensa-, lo que supone un notable sacrificio para militares de hasta 50 años sin hábito de estudio y con cargas familiares. "Es absurdo hacerte volver a la escuela para decirte que estás capacitado para tu trabajo tras 20 años de experiencia", lamenta un oficial.

Fuentes de Defensa sostienen que ésta es la reforma de más calado en materia de personal que han abordado las Fuerzas Armadas y admiten que el periodo de transición, que puede durar hasta ocho años, "es el más difícil, por las dudas e incertidumbres que se plantean". Aún así, afirman que el cambio era inevitable: "No tenía sentido mantener la distinción entre oficiales superiores y oficiales cuando sus equivalentes en la vida civil, licenciados y diplomados, desaparecen". El objetivo es que las academias militares impartan en el curso 2010-11 estudios de grado, acordes con el plan Bolonia. Y no sólo eso: se ultiman acuerdos para que los militares, además del despacho castrense, tengan un título civil, universitario para oficiales y de formación profesional para suboficiales.

La reforma, agregan, no es sólo consecuencia de Bolonia, sino una necesidad de los ejércitos: el número de aspirantes a la escala superior ha caído a un tercio en la última década (de casi 3.000 a sólo un millar al año), mientras aumentaba la insatisfacción de los miembros de las escalas de oficiales y suboficiales por la falta de expectativas.

Más discutible es la fórmula elegida para lograr la unificación. "No es cierto que los oficiales se integren en el escalafón de la superior, sino que son ambas escalas las que se incorporan a una nueva", aclaran en Defensa.

En la elaboración de la ley se manejaron tres criterios para ordenar el nuevo escalafón: empleo, antigüedad y proporcionalidad.

Finalmente, se llegó a una fórmula bastante críptica [C= (P - 0.5) / N]. Traducida, significa que, dentro de su empleo (capitán o comandante), cada uno tendrá en la nueva escala la misma posición relativa que tenía en la de origen. Es decir, si estaba situado en el primer 10% de la lista, lo seguirá estando, aunque ésta sea ahora más larga. El escalafón se estructura así como un sandwich, en el que las lonchas de las dos antiguas escalas se alternan sucesivamente.

El resultado es que algún oficial más moderno puede adelantar a otro más antiguo, admite Defensa, aunque replica que primar la antigüedad beneficiaría a la extinta escala media, que pasaba más años de permanencia en cada empleo. Y agrega que, en todo caso, este hecho ya no es tan relevante, porque la antigüedad va perdiendo peso en favor de otros sistemas de promoción, como el concurso de méritos. "La idea tan arraigada del ascenso por calendario hay que arrumbarla al baúl de la historia", concluye.

Es cierto que la carrera militar se ha vuelto más exigente y que será más difícil llegar a los empleos más altos, reconoce Defensa, pero no por la unificación de escalas, sino porque está previsto recortar a 200 el número de generales y a 1.050 el de coroneles, aunque se haya alargado hasta 2017 el plazo para ello.

Disfunciones y desajustes

Mariano Casado, secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles, defiende la unificación, pero critica la forma como se ha gestionado y, en especial, el curso de adaptación que deben hacer los oficiales de la antigua Escala Media. "No se han valorado sus años de servicio y experiencia", argumenta. A su juicio, este colectivo es el gran perjudicado, junto a los suboficiales, que han visto cómo sus compañeros que pasaron a la reserva ascendieron a tenientes, mientras que los que siguen en activo deben esperar a cumplir los 58 años para lograrlo.

Defensa defiende la reforma, aunque admite que, debido a su complejidad, se han producido algunas "disfunciones y desajustes". Para evitar "efectos indeseados" se buscó una fórmula para los capitanes del Ejército del Aire y tenientes de navío de la Armada. Y reconoce que habrá que resolver el caso de los oficiales que ingresaron en las academias superiores procedentes de la Escala Media y podrían ser postergados por quienes no hicieron ese sacrificio.

Respecto a los suboficiales, Defensa alega que el ascenso de quienes pasaron a la reserva fue una decisión soberana del Parlamento, aunque reconoce la necesidad de incentivar su carrera. Entre las medidas previstas está la reserva de plazas para el acceso a la escala de oficiales y la posibilidad de promocionar, tras un curso, a quienes obtengan un título de grado civil.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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