La policía da por desarticulado el 'comando Barcelona' tras identificar al tercer integrante
García Jodrá había huido a Francia en 1994 tras la desarticulación del comando Vizcaya cuando formaba parte de un grupo de apoyo no fichado por la policía, un talde legal en argot policial. Los investigadores consideran que tras la identificación y difusión de la imagen de Fernando García, su capacidad de actuación es nula, pese a que no haya sido detenido. Los otros dos integrantes del comando -José Ignacio Cruchaga, de 37 años, y Lierni Armendáriz, de 29- fueron detenidos la madrugada del jueves por dos guardias urbanos cuando circulaban cerca del puerto de Barcelona en un vehículo con 15 kilos de explosivos.
La delegada del Gobierno en Cataluña, Julia García Valdecasas, destacó ayer que la detención de los dos terroristas era el resultado de la coordinación entre todas las fuerzas de seguridad en materia antiterrorista que empezó a funcionar tras el atentado contra el concejal del PP en Sant Adriá de Besòs José Luis Ruiz Casado, ocurrido el 21 de septiembre, y que fue el primer atentado del comando Barcelona.
La policía está convencida de que ese crimen fue cometido por García Jodrá y que también disparó uno de los dos tiros que mataron el 20 de diciembre al guardia urbano de Barcelona Juan Miguel Gervilla en la avenida Diagonal de Barcelona. El otro tiro fue realizado por el arma que la policía intervino a Cruchaga, una HS de nueve milímetros Parabellum, la misma pistola empleada para matar al ex ministro socialista de Sanidad Ernest Lluch el 21 de noviembre.
La cuarta víctima mortal del comando fue el concejal del PP de Viladecavalls Francisco Cano, muerto al estallar una bomba en su vehículo. Los investigadores creen que la pistola que llevaba Lierni Armendáriz, una Walter Special 7,65, no había sido empleada en ninguno de estos crímenes.
Mil llamadas en un día
García Valdecasas resaltó también que los dos pisos utilizados por los terroristas fueron hallados gracias a la información facilitadas por los ciudadanos. El teléfono gratuito de la policía (900 100 091) recibió ayer más de mil llamadas.
Una de las viviendas estaba situada en el número 14 de la calle Mónec de Barcelona, a 200 metros de la Jefatura Superior de Policía de Vía Laietana. Es un inmueble de 45 metros cuadrados alquilado el 1 de abril por García Jodrá y que los tres terroristas empleaban como vivienda y como almacén de los 40 kilos de explosivos que se les intervinieron. En ese piso se encontraron también detonadores, temporizadores, receptores, baterías, una bomba lapa y tres ollas para colocar los explosivos. También fue hallado un mapa de Barcelona, un manual de explosivos y tubos lanzaderas.
La delegada del Gobierno en Cataluña aseguró que con ese material el comando podría haber actuado durante cuatro meses y cometer hasta cinco atentados más. Al margen de ese material, la policía intervino a los dos terroristas diversos documentos nacionales de identidad y carnés de conducir falsificados y con varias identidades, así como tarjetas de visita en las que se hacían pasar por periodistas, guardias civiles o policías nacionales.
Ese hecho explica que en los segundos previos a la detención los terroristas se identificaran a uno de los urbanos como policías procedentes de Madrid. En ese momento, Lierni Armendáriz lleva consigo un carné profesional falso de la Guardia Civil y otro de la Facultad de Sociología de una universidad de Madrid, aunque no llegó a exhibirlos.
Antes de que pudieran identificarse, el urbano encañonó a José Ignacio Cruchaga con las dos manos y después le puso la pistola en la sien para esposarlo. Armendáriz llevaba junto a ella una olla con el explosivo y eso fue lo que llevó al terrorista a identificarse como miembro de ETA y pedir al agente que no disparase. Fuentes de la investigación explicaron que esa dinamita forma parte de la robada en Bretaña en 1999 por la banda terrorista y que está caducada. Eso no impide su uso ni sus efectos mortíferos, pero en esas condiciones el explosivo es más sensible, algo que sabían los etarras. En este sentido, fuentes de la investigación explicaron que Armendáriz viajaba en el asiento trasero del vehículo para evitar un movimiento brusco de la dinamita, y que por eso los terroristas se entregaron sin ofrecer resistencia.
La policía asegura que el edificio de la calle Mónec en el que vivían los etarras, en condiciones muy precarias, era ideal para pasar desapercibidos porque abundan los inmigrantes y los cambios de inquilinos son continuos.
La otra vivienda registrada está en el número 34 de la calle Pintor Fortuny de Barcelona, que desemboca en la Rambla. Este inmueble, de unos 75 metros, había sido alquilado hace un mes y estaba siendo acondicionado. La policía considera que los terroristas lo podrían tener de reserva y descarta la posibilidad de que el comando pudiera disponer de algún local o almacén para guardar los vehículos. 'De ser así, lo lógico sería que los explosivos estuviesen escondidos allí, no en el piso que les servía de vivienda', explicó en Barcelona Pedro Díaz Pintado, subdirector general del Cuerpo Nacional de Policía.
Horas después de la caída de los dos terroristas, la policía detuvo a un hombre y una mujer supuestamente vinculados con los etarras, pero pronto se comprobó que los dos detenidos desconocían la actividad de los etarras y que su relación con ellos era personal y esporádica. A la espera de aclarar definitivamente esa vinculación, ambas personas seguían detenidas anoche.
También trascendió ayer que minutos después de la detención de los terroristas el teléfono móvil de Cruchaga recibió una llamada, problamente realizada por García Jodrá, al sospechar que los otros dos integrantes del comando había sufrido un percance durante el traslado del explosivo.
El teléfono desde el que se hizo esa llamada es el mismo que se empleó para advertir a los bomberos de la colocación de dos bombas en la sede del Ministerio de Defensa en Girona.
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