Los grapos devoran al 'general' Silva
El ex jefe de los 'comandos' sufre la arremetida cainita de sus ex camaradas por su decisión de renegar del terror
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dio por muertos a los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) hace dos años. "Podemos dar por desaparecido el grupo en su estructura militar", dijo. Ahora, la feroz enemistad desatada entre el general Fernando Silva Sande, histórico jefe de comandos y hoy arrepentido, frente a otros dirigentes parece el corolario de una banda en descomposición cuya historia se resume en 88 asesinatos, tres secuestros, la muerte de dos de sus activistas por huelga de hambre y la de otros 16 a disparos de la policía. Los GRAPO devoran a sus hijos como Saturno devoraba a los suyos para intentar perpetuarse.
Este maestro cincuentón de Carnota (A Coruña) saltó por primera vez a los periódicos en el verano de 1976. Entonces hacía la mili en un cuartel de Infantería de Santiago. Su nombre salió impreso en tinta al huir con 16 pistolas y tres subfusiles. Al cabo de unos meses, la policía le relacionó con los GRAPO, una banda terrorista cuyo bautismo de sangre fue el asesinato de cuatro policías el 1 de octubre de 1975 en Madrid.
La abogada del terrorista asegura que le atacan por venganza
El joven había ingresado ese año en el Partido Comunista de España reconstituido (PCE-r), un grupúsculo de ultraizquierda liderado desde el minuto cero por el escayolista Manuel Pérez Martínez, más conocido como Camarada Arenas. De allí, Silva dio el salto a los GRAPO, que el 11 de diciembre de 1976 secuestraron al entonces presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol, y semanas después hicieron lo mismo con el teniente general Emilio Villaescusa. El doble golpe de mano hizo tambalear la entonces frágil democracia.
Silva fue detenido y condenado a 11 años de prisión, pero cuando fue puesto en libertad, en agosto de 1988, se reincorporó a los GRAPO. Tras ser capturado de nuevo, fue encarcelado en Granada, de donde logró fugarse a fines de marzo de 1992 por un boquete que abrió en su celda con unos junquillos de una ventana. La rocambolesca evasión tuvo tintes de La fuga de Alcatraz protagonizada por Clint Eastwood.
Entonces huyó a Francia y allí, años después, se hizo cargo de la custodia del empresario Publio Cordón, que fue secuestrado por los GRAPO en Zaragoza el 27 de junio de 1995. En el año 2000, la policía le detuvo en París junto al Camarada Arenas, el líder indiscutible. De aquellas fechas data la furibunda enemistad surgida entre ambos. Una animadversión que no sólo estriba en diferencias estratégicas acerca del uso o no de la lucha armada, sino también en cuestiones de índole personal.
Silva afea al Camarada Arenas "haber manejado a su antojo la organización desde sus inicios". Y, además, agrega que "el líder de la secta", el que llegaba "incluso a decidir quién podía ser pareja de quién", se había convertido en "el gran chamán", en "una mala persona, retorcida y manipuladora". Tras el juicio en París, en 2003, donde fue condenado a 10 años de cárcel, Silva se cuestionó "todo" y fue expulsado de la organización. De paso, se convirtió en el blanco de las iras de sus ex compañeros y del propio Arenas, al que siempre han protegido y reverenciado casi como a un dios.
El ex jefe militar de los GRAPO recibió en prisión las visitas de la Guardia Civil y él mismo empezó a cartearse con la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo. Fruto de eso, el hombre que vio por última vez con vida a Publio Cordón confesó en noviembre de 2008 que éste había muerto al huir por una ventana y que él mismo a lo había enterrado en el monte Ventoux , en la Provenza francesa. Sin embargo, el cadáver aún no ha sido hallado.
Pero la lucha cainita desatada entre el viejo dirigente y sus ex camaradas alcanzó su punto álgido hace unos días. Fue en la Audiencia Nacional con ocasión de un juicio al comando que mató a tiros en Vigo a dos guardas jurados, el 8 de mayo de 2000.
La tensión entre el viejo terrorista y sus ex compañeros, que estaban dentro de la jaula de cristal blindado, era espesa y acerada. El Camarada Arenas negó su relación con los GRAPO e insultó a Silva. El activista Marcos Martín Ponce sostuvo que Silva era el único jefe de los GRAPO: "Decía que era el único con experiencia militar y por eso imponía sus decisiones". Ponce aseguró, además, que Silva fue expulsado de la organización por su excesiva tendencia a la violencia -"Se creía un cowboy y era partidario de tirar de recortada", declaró- y por la supuesta violación de una correligionaria, que quedó embarazada.
Natalia Crespo, la abogada de Silva, replica: "Martín Ponce intenta rendir pleitesía al Camarada Arenas, y en realidad habla en nombre de éste, quien no puede pronunciarse para no delatarse y no admitir que él es en realidad el jefe supremo del PCE-r-GRAPO, como ha establecido una sentencia del Supremo". Varios guardias civiles ratificaron en el juicio que ambos grupos son "la misma organización terrorista", en la que Arenas "sobresale como el líder a modo de caudillo".
Sobre la violación, la defensora del arrepentido dice que éste y esa mujer sólo mantuvieron relaciones consentidas, lo que confirman otras fuentes de la Audiencia Nacional. "Silva renegó en 2000 de los GRAPO tras un proceso de reflexión. Esas acusaciones son la venganza", recalca.
Hoy, los GRAPO están fuera de combate. Los escasos militantes que hay libres, según fuentes de Interior, sólo tienen alguna relación con activistas del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), con independistas radicales gallegos y catalanes, así como con grupúsculos ecoterroristas. Y, como telón de fondo, la imagen de Saturno devorando a sus hijos.
"No sé si estoy al final del camino"
El arrepentido Fernando Silva Sande escribe de forma casi compulsiva. El pasado 14 de septiembre en una carta decía: "He llegado a un punto en que todo empieza a darme igual y nada tiene mucho sentido para mí. No sé si estoy al final del camino o al inicio de uno nuevo".
Hace un año, el otrora furibundo Silva hizo pública su renuncia a la violencia. Reveló que llevaba tiempo reflexionando sobre su militancia en los GRAPO y aseguró que ya no compartía sus ideas y sus actos.
El ex responsable de los comandos operativos de la banda llegó a comparar sus años de pertenencia a la organización con la adscripción a una secta religiosa. También aseguró que la existencia de organizaciones terroristas le parecía un anacronismo y opinó que la banda a la que había pertenecido no tenía futuro. "No soy inocente porque he sido lo bastante gilipollas como para militar en una organización terrorista", declaró en un juicio hace dos meses, a la vez que culpaba al Camarada Arenas de ser quien daba las órdenes.
"¡Cobarde! Reconoce tus responsabilidades. ¡Cobarde, arrepentido!", le gritó Victoria Gómez, compañera de banquillo.
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