Un depósito descomunal
El nitrato de amonio hallado en el caserío de Legorreta es un fertilizante de uso agrícola que en una explotación rural no debería levantar sospechas. Salvo que no se tenga nada para fertilizar, se guarde en cantidades industriales y desproporcionadas, y alguno de los moradores de la explotación pertenezca supuestamente a ETA.
La banda viene usando históricamente este producto para fabricar amonal y, más recientemente, amonitol, un potente explosivo. Y desde hace años intenta hacerse con grandes cantidades a su estilo, es decir, robándolas, puesto que sabe que allí donde se vende se avisa a las autoridades cuando alguien lo compra a mansalva.
El almacén de explosivos de Legorreta es el mayor hallado en España. Solo es comparable con el que fue localizado en febrero de 2010 en una casa de Obidos (Portugal). Los etarras almacenaban allí 1.330 kilos de nitrato amónico y 240 más de amonitol, listos para usar. Todo ese explosivo debía servir para montar un atentado contra las Torres KIO de Madrid como el perpetrado en el aeropuerto de Barajas.
El nitrato de amonio permite fabricar amonal (mezclándolo con polvo de aluminio, del que de momento no hay ni rastro en Legorreta) y amonitol (al combinarse con nitrometano, un carburante para aeromodelismo). ETA robó 2.000 litros de este combustible el 8 de octubre de 2007 en una planta química en Francia. Es su explosivo casero más potente. Lo ha usado en bombas lapa (como la que causó la muerte al inspector Eduardo Puelles) y, sobre todo, en el atentado de Barajas, en el que utilizó 500 kilos (en este caso, los análisis químicos no fueron concluyentes).
Si se confirma que el combustible hallado en Legorreta es nitrometano, y que estaba guardado junto al nitrato y a los detonadores en esa buhardilla desastrosa, no será difícil sacar conclusiones: de ahí se podía sacar una tonelada de amonitol.
Legorreta se citará en los anales de la lucha antiterrorista como el mayor almacén de explosivos hallado en España, aunque hay otro hito superior: las furgonetas bomba halladas en diciembre de 1999 con destino a Madrid en las que ETA cargaba 1.700 kilos de dinamita y otros explosivos. Su objetivo era hacer saltar la tregua que la banda mantenía con el Gobierno del PP. La llamaron la caravana de la muerte. El caserío también tendrá en su día su propio apodo.
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