En defensa de Alcaraz
El presidente de la AVT, acusado de injurias al Gobierno, se convierte en uno de los principales protagonistas
El "todos somos Miguel Ángel" que el 12 de julio de 1997 unió a millones de españoles de todo signo para pedir a ETA que no matara al concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco, se convirtió en "todos somos Alcaraz". El presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo tuvo ayer un papel más relevante que en las anteriores manifestaciones organizadas por ese colectivo convirtiéndose en sí mismo en una de las principales reivindicaciones de la marcha.
Francisco José Alcaraz tendrá que declarar el próximo jueves ante el Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional al haber sido denunciado por la Asociación de Abogados Demócratas por Europa por supuestas injurias al Gobierno de la nación. El líder de la AVT acusó a José Luis Rodríguez Zapatero, y por extensión a todo su Ejecutivo, de ser cómplice de la banda terrorista.
La plana mayor del PP, sin Rajoy ni Gallardón, se situó en segundo plano
Salvo los 'ultras', pocos mostraron banderas preconstitucionales
Casi todos los miembros de la cabecera de la manifestación, formada casi íntegramente por víctimas, llevaban camisetas blancas en las que se leía "De la A a la Z somos todos AlcaraZ" y se reclamaba "libertad de expresión" para el presidente de su asociación. Pero la prueba de que la reivindicación del archivo de esa causa era uno de los objetivos de la marcha, se produjo cuando los manifestantes sobrepasaron la plaza de Alonso Martínez para enfilar por Génova hacia la de Colón.
En mitad de ese tramo, a la altura de la Audiencia Nacional, la cabecera hizo una parada para escenificar uno de los momentos más intensos de la protesta. "Alcaraz somos todos. Libertad de expresión", gritaron los manifestantes dirigiéndose al tribunal. Una minoría aprovechó para lanzar gritos contra el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, mientras un pequeño grupo disertaba sobre "la maniobra gubernamental" que, según ellos, esconde la denuncia de esa asociación de abogados.
"Lo que no puede ser y no es de recibo es que la banda terrorista ETA tenga libertad de expresión y, sin embargo, se pretenda encarcelar a las víctimas", declaró el propio presidente de la AVT para explicar el simbolismo de la escena. El delito de injurias al Gobierno, según el Código Penal, está castigado con multa, no con prisión.
Hechos como los que han llevado a Alcaraz a sentarse en el banquillo se repitieron durante todo el recorrido. Algunos de los asistentes mostraban pancartas en las que se decía "Z [en referencia al lema del PSOE Con Z de Zapatero] el candidato de ETA" o "ETA brazo armado de Z". Otros llevaban carteles con la leyenda "Z ETA P", ya exhibida en otras manifestaciones. Un manifestante hizo todo el trayecto con un letrero en el que se leía "Rub Al Qaeda" sobre un fondo rojo, sugiriendo relaciones entre el ministro del Interior y terroristas yihadistas.
El único partido con representación parlamentaria fue el PP, que reunió a su plana mayor tras una segunda pancarta situada detrás de la de la AVT. Allí se colocaron el secretario general del partido, Ángel Acebes, y su portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana. Junto a ellos, el portavoz en el Senado, Pío García Escudero; los líderes de la formación en el País Vasco y Cataluña, María San Gil y Daniel Sirera, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se mezclaban con miembros de Gobiernos de Aznar, como Federico Trillo y Miguel Arias Cañete. La más aplaudida fue la alcaldesa de Lizartza, Regina Otaola, que trataba de agradecer todas las muestras de cariño que se le lanzaban.
Al acto se sumó también el nuevo partido de la ex europarlamentaria socialista Rosa Díez y el filósofo Fernando Savater, Unión Progreso y Democracia (UPD), que reunió varias decenas de miembros ataviados con adhesivos y carteles de su formación. "Siempre es bueno reunirse para reivindicar la salida de ETA de las instituciones", dijo Díez, que negó que la manifestación fuera "contra nadie".
También estuvieron los Peones Negros, defensores de la teoría de la conspiración del 11-M, y la extrema derecha del Frente Nacional, que cerraba la marcha haciendo ostentación de su simbología ultra y repartiendo propaganda. Pero aparte de ellos, muy pocos mostraron banderas preconstitucionales.
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