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Zapatero ve compatible atacar Libia con rechazar la intervención en Irak

El presidente logra apoyo casi unánime del Congreso a la participación de España

El 5 de febrero de 2003, José María Aznar compareció por primera vez ante el pleno del Congreso para defender la guerra de Irak, y salió de la Cámara sin lograr más apoyo que el de su grupo parlamentario. Ayer, José Luis Rodríguez Zapatero fue a la Cámara a ratificar su decisión de participar en la operación militar en Libia y salió con el respaldo casi unánime del Congreso. Sólo tres diputados (de Izquierda Unida y del BNG) votaron en contra.

Aquel día de hace ocho años, todos los grupos exigieron a Aznar una resolución de la ONU que diera legalidad y legitimidad a la intervención en Irak. Ayer Zapatero pudo invocar el respaldo previo del Consejo de Seguridad para proteger a los libios de la represión de Gadafi. El presidente pudo explicar que se ha cumplido esa condición, y otras tres que ha buscado para atacar: acuerdo europeo, complicidad regional de la Liga Árabe y la Unión Africana y autorización del Parlamento. Ninguna de esas condiciones se dio en 2003.

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Zapatero argumentó que la intervención se hace bajo el principio de "la responsabilidad de proteger: si un Estado no cumple la capacidad de proteger, se debe intervenir. Es el principio humanitario para proteger a los ciudadanos de los ataques de las tropas libias y acabar con el genocidio".

Se mostró especialmente molesto con Gaspar Llamazares porque este le acusó de haber cambiado de posición. Pertrechado con los diarios de sesiones con sus intervenciones sobre Irak, se esforzó en explicar las diferencias con aquella guerra. "Usted puede decir que el uso de la fuerza nunca, pero no diga que nosotros hemos cambiado. Uso de la fuerza, cuando se den los supuestos de hecho, cuando haya una aprobación de Naciones Unidas, porque sin una orden internacional, multilateral, que es Naciones Unidas, no habrá manera de hacer un mundo que tenga más paz, más democracia y más seguridad". Y recordó que en la oposición sí apoyó la intervención en Afganistán porque había amparo de la ONU.

Defendió la proporcionalidad del ataque porque "el uso de la fuerza no es una situación fácil ni agradable. Es probable que haya gente que sufra, pero desde hace tres días hay mucha más gente que ha dejado de sufrir. En tres días de uso de la fuerza con medios militares de gran poderío no hay constancia de que se hayan producido víctimas civiles".

Zapatero respondió a las dudas que todos los grupos, incluso los que le apoyaron, le expresaron sobre los detalles de la misión, el mando de la operación militar, su duración y su alcance.

"La resolución no pretende ni permite la expulsión de Gadafi. Su objetivo es advertirle de que deje de usar las armas contra su pueblo y de que la comunidad internacional está dispuesta a usar la fuerza", explicó. El viernes sí se refirió ante el secretario general de la ONU a la salida del poder del dictador, al asegurar que hacía "un llamamiento apremiante a Gadafi para que cese el uso de la violencia contra su pueblo y dé paso, tras abandonar el poder, a un cambio democrático".

"Es clarísimo que hay exclusión de una intervención terrestre", remachó ayer sobre los límites de la resolución. Sobre su duración, dijo que se prolongará "mientras exista riesgo de que [Gadafi] vuelva a atacar a su pueblo". Y sobre el mando, se quedó en una posición ambigua en la que cabe todo: "España ve con buenos ojos que el mando pueda pasar a la OTAN, pero trabaja cómodamente en el mando que lidera Estados Unidos".

El PP votó a favor, pero Mariano Rajoy utilizó una fórmula llamativa: habló reiteradamente de "la decisión que ha tomado Zapatero", de que no "entorpecerá la operación" y puso en duda si está prevista la estrategia de salida o qué pasará si se prolonga la guerra civil en Libia. Su voto favorable vino precedido de un discurso en el que parecía poner distancia, no querer mancharse, no hacerse corresponsable y dejar patente que, en caso de fracaso, la decisión ha sido de Zapatero y sólo de Zapatero, que es el que tiene esa potestad. Rajoy no citó Irak, pero aquella guerra que hundió a su partido y a él mismo estuvo presente en su intervención, para dar a entender que él no actuará como hizo el PSOE entonces. Que él sí es coherente.

El pleno terminó rápido y con gritos de "no a la guerra" desde la tribuna de invitados. Pero esta vez sólo tres diputados estaban con los que protestaban.

Llamazares pasa delante de Zapatero durante el debate en el Congreso.
Llamazares pasa delante de Zapatero durante el debate en el Congreso.ULY MARTÍN

La votación

- Tras poco más de dos horas de debate, votaron 340 de los 350 diputados que componen la Cámara baja. 336 parlamentarios respaldaron al Gobierno (PSOE, PP, CiU, PNV, CC, ERC, UPyD, UPN e ICV). Tres votaron en contra (dos del BNG y uno de Izquierda Unida). Uno del PP se abstuvo por error.

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