40 años de la tragedia de Ribadelago, en la que murieron 144 personas
La primera presa que se le rompió a Franco arrasó la localidad zamorana en 1959
La madrugada del 9 de enero de 1959, la fuerza desbocada de casi ocho millones de metros cúbicos de agua bajando por el cañón del río Tera arrasó Ribadelago (Zamora) y provocó la muerte o desaparición de 144 personas, según la estadística oficial de la época. Era la consecuencia de la rotura de la presa de Vega de Tera, la primera que se rompía en la España de Franco. Formaba parte de un pequeño complejo hidroeléctrico y estaba situado por encima del lago de Sanabria, a cuya orilla se asienta Ribadelago. Cuarenta años después aún sobreviven entre 60 y 100 vecinos de los aproximadamente 500 que superaron aquella tragedia. Felipe Proy, con 86 años, rememora que tuvo que salir de casa en calzoncillos para salvar su vida cuando el agua arrasó su vivienda y con ella todas sus pertenencias. Salvador Parra, de 79 años, se salvó porque el agua no se llevó su casa, en la que quedó aislado. Y Leandro Puente, 72 años, se despertó por los gritos de los vecinos y todos ellos lograron salvarse. Sus casos no son diferentes al del resto de supervivientes.
La tragedia desencadenó una riada de solidaridad. La entonces prensa oficial intentó silenciar la causa real de la catástrofe. Tuvieron que pasar varios días para que se reconociera la rotura del pantano, aunque se añadía que era la primera vez que eso sucedía en España, "a pesar de ser el segundo país del mundo en grandes presas de más de 30 metros de altura", como apuntaba en aquellos días el diario zamorano Imperio. Era un revés para la incipiente política de grandes pantanos que desarrollaba entonces el régimen de Franco.
Leandro Puente, en aquellos días trabajador de la empresa Moncabril, recuerda que sólo una persona, un simple encargado de obra, fue el único condenado como responsable de la catástrofe. Puente fue testigo directo de la deficiente construcción de Vega de Tera: "La construcción no era buena. Había filtraciones en el dique y las controlábamos y medíamos cada poco tiempo por indicación de los ingenieros, hasta que el agua embalsada alcanzó su máximo nivel y aquello reventó". La rotura de la presa se llevó 100 metros del dique.
La ayuda no llegó
Los supervivientes tampoco han olvidado uno de los episodios que más rumorología han despertado en estos 40 años en torno a la gran solidaridad que se volcó con los damnificados y que no llegó del todo a ellos. Parte se quedó por el camino. "De cuatro partes, a Ribadelago llegó media. Las otras tres partes y media debieron quedarse por el camino", apostilla Salvador Parra. Las indemnizaciones, según recuerdan los damnificados, se establecieron a razón de 25.000 pesetas por cada víctima menor de 15 años y unas 75.000 pesetas por cada adulto.
Dentro de la propaganda de la época, Franco decidió "adoptar" Ribadelago y se anunció la generosa construcción de un nuevo pueblo con cargo al Ministerio de la Vivienda. Hoy es un pueblo turístico a orillas del lago de Sanabria, en el noroeste de la provincia de Zamora, que ha pasado de llamarse Ribadelago de Franco a Ribadelago Nuevo. La presa, con sus 100 metros de dique roto, permanece como testigo mudo de la historia.
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