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PUNTO DE VISTA | ELECCIONES 2011 | El cara a cara Rajoy-Rubalcaba

Rubalcaba se estrena como líder de la oposición

Tanto Rubalcaba como Rajoy cumplieron anoche sus objetivos. El de Rubalcaba era por encima de todo movilizar a un sector de los indecisos tratando de sembrar dudas con el programa oculto del PP y el coste que puede tener en capítulos como el seguro de desempleo, la sanidad, la educación y las pensiones. A Rajoy le bastaba con no perder un solo voto de los que parecen tenerlo ya decidido y que le darían la victoria por mayoría absoluta. Los dos contendientes ocuparon las posiciones que les asignan las encuestas: Rajoy en el banco azul y Rubalcaba ejerciendo como líder de la oposición con preguntas casi siempre aceradas que quedaron a menudo sin respuestas precisas. Lo que suele ocurrir habitualmente en las sesiones de control de los miércoles en el Congreso, con los papeles ya cambiados antes del 20-N.

No ahondó sobre las fórmulas del PP para recuperar los millones de puestos de trabajo

Rubalcaba dedicó más tiempo a destapar minas en el programa del PP que a explicar el suyo propio. Las respuestas de Rajoy, que a lo largo de todo el debate prefirió fiarse de las chuletas que de su memoria de opositor, no se salieron del guion preestablecido. A cada sospecha de su rival contraatacaba con alguna actuación del actual Gobierno: son ustedes los que han hecho el mayor recorte social, los que congelaron las pensiones, los que redujeron los presupuestos de sanidad y educación, los que pusieron en peligro todas las redes de seguridad con una ruina económica que nos ha conducido a esa cifra escalofriante de los cinco millones de parados y a una caída de los ingresos del Estado.

La receta de Rajoy, esta sí bien memorizada, es crear empleo para recuperar la recaudación fiscal y mantener así el Estado de bienestar. Metido como andaba Rubalcaba en que su rival le explicase qué significa la "capitalización" del seguro de desempleo o sus planes sobre los convenios colectivos de las pymes, no ahondó sobre las fórmulas que el PP va a poner en práctica para recuperar los millones de puestos de trabajo. El candidato popular se ajustó a sus vídeos de campaña: creamos tres millones y medio de empleos, sabemos hacerlo, podemos hacerlo.

Rubalcaba sembró de dudas los planes de Rajoy en materia de educación y sanidad por lo que ya vienen ejecutando sus presidentes en las comunidades autónomas, con especial mención a la de Madrid. Hubo un momento en el que el líder del PP respondió con más intensidad ante lo que consideraba insidias de su oponente: "No le acepto que sus intenciones sean mejores que las mías". Y encadenó una serie de compromisos que si se instala en La Moncloa se le podrán exigir: preservar una sanidad universal y de calidad y mantener el poder adquisitivo de las pensiones.

Dado el balance ruinoso de la última legislatura, Rubalcaba supo mantener el tipo reconociendo algunos errores (no haber pinchado a tiempo la burbuja inmobiliaria) y tratando de convencer a una menguante familia socialista de que no será igual la salida de la crisis con él que con Rajoy. Lo que le faltó probablemente fue la fuerza necesaria para convencer a los electores de que su partido merece una nueva oportunidad de gobernar, lo que era una tarea poco menos que imposible. Demostró, eso sí, que sigue siendo el mejor parlamentario del PSOE para liderar la oposición a Rajoy, siempre que sus compañeros socialistas no decidan quemarlo en la hoguera tras una derrota previsible.

Hubo muchos temas olvidados. Alguno de ellos clave para superar la crisis: Europa, citada solo por Rubalcaba para pedir una moratoria en los planes de consolidación fiscal, y tangencialmente por Rajoy en los minutos finales. El compromiso mutuo de cooperar en la solución definitiva del terrorismo de ETA, cualquiera que sea la posición que ocupe cada uno, fue un digno broche final.

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