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Reportaje:

ETA se metió en la boca del lobo

Los etarras instalados en Portugal eran la "comidilla" del barrio - Sus vecinos eran dos policías y un militar - Alquilaron la casa con un carné falso de un madrileño

Eduardo Firmino llegó a su casa en el vecindario de Casal da Avarela, al terminar su jornada de trabajo como jefe de tráfico de la Policía de Seguridad Pública (PSP) en la localidad portuguesa de Caldas de Rainha. Eran las seis de la tarde del jueves. Un detalle en la vivienda vecina del número 4 de la calle de Gesso llamó su atención. La puerta principal estaba abierta de par en par y no había nadie en su interior. Ante la sospecha de que habían asaltado la casa, llamó a la Guardia Nacional Republicana (GNR), cuerpo policial con competencias en el mundo rural. Una hora más tarde, el apacible barrio de Casal da Avarela, donde no viven más de 70 personas, era un hervidero de policías y periodistas. Había sido descubierta la primera base de operaciones de ETA en Portugal.

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Dos días después del hallazgo de un arsenal de 1.500 kilos de explosivos (el Ministerio del Interior portugués rebajó ayer la cifra a 800 kilos), los moradores del lugar siguen sin entender nada. Firmino, el vecino más próximo de los etarras, explica que nunca tuvo la más mínima sospecha de las actividades de aquellos dos hombres, que "siempre hablaban español entre ellos, nunca vasco" y tenían un comportamiento muy discreto. Ninguna sospechó de vínculos terroristas ni nada parecido. Tampoco los etarras podían imaginar que en aquella aldea vivían nada menos que tres policías y un militar. "Más protegidos, imposible", ironiza otra vecina.

Firmino que, sin saberlo, dio la señal de alarma que permitió descubrir un arsenal para sembrar el terror, tenía su particular teoría sobre los vecinos. "Llegué al convencimiento de que era una pareja de homosexuales. El más joven [Oier Gómez, de 24 años], al que nunca vi completamente la cara, apenas salía de la casa. Era el otro [Andoni Zengotitabengoa, 30 años] el que hacía las compras". El policía añade que en alguna ocasión vio a la camioneta Citroên Berlingo, de color blanco, entrar en el garaje, por el acceso posterior de la casa, y salir al poco rato. "Tengo la sensación de que empezaban a ser la comidilla de algunos vecinos, pero no por vinculaciones terroristas". Cree que la casa fue descubierta por un error de sus moradores. "Se dieron a la fuga de un control policial, vinieron a la casa, no sé para qué, y se marcharon precipitadamente dejando la puerta abierta. Si se hubieran quedado tranquilitos en la casa, probablemente nadie habría sospechado nada".

Los pueblos del interior de Portugal son tan plácidos como los del País Vasco francés, donde ETA mantuvo durante décadas su retaguardia. Hoy la vida al otro lado de los Pirineos se ha vuelto imposible para la banda y busca alternativas. Casal da Avarela es uno los vecindarios del distrito municipal de Óbidos, ciudad medieval a 80 kilómetros al norte de Lisboa, que conserva castillo y muralla y que suele ser destino de muchos turistas. La carretera de acceso pasa junto a varias "quintas" de cría de caballos, y una cantera de yeso, donde la GNR hizo estallar las 11 bombas lapa descubiertas en la base etarra.

"En estos pueblitos nunca pasa nada", dice Sergio Félix, autoridad municipal de la zona. "Esto es un remanso de paz, nadie desconfía de nadie. La gente vive en las casas con la cerradura abierta. No puedo creer que ETA haya llegado hasta aquí". "Quien eligió este lugar", añade, "puede que no supiera que, de alguna manera, se metía en la boca del lobo, con varios policías de vecinos. Pero al mismo tiempo sabía que ésta es una zona con muchos inmigrantes, gente de paso, que va y viene, que les permitiría pasar desapercibidos". En la zona hay, además, varias canteras, en las que se almacenan explosivos para la extracción. Una hipotética coartada para los etarras, en el caso de que fueran descubiertos trasladando material para bombas.

La GNR mantiene acordonado el perímetro de la casa-arsenal, que ayer estaba cerrada a cal y canto. Los agentes en la calle ignoran si ha sido retirado todo el material o si hoy regresarán los agentes de la Policía Científica en busca de nuevas huellas. Los vecinos que fueron evacuados el viernes ya han regresado a sus casas que, en su mayoría están en silencio. Pocos quieren hablar. Zé Manuel Alvez Rodrigues, encargado general de le escuela de Óbidos, cuenta que se enteró del acontecimiento el viernes. "Estaba en casa y me llamó mi hermano. Salí a la calle y estaba llena de policías, periodistas y fotógrafos. Nunca vi a estas dos personas, aquella casa estuvo mucho tiempo deshabitada".

Carlos, un fotógrafo local, comenta que ha conseguido averiguar la identidad de quien alquiló la vivienda: Ivandro Días, de origen angoleño con residencia en Londres, que extendió un contrato de un año, a partir del 1 de noviembre de 2009, a E. E. C.

Un policía portugués inspecciona la casa de Óbidos donde vivían los dos etarras.
Un policía portugués inspecciona la casa de Óbidos donde vivían los dos etarras.ASSOCIATED PRESS

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