Aterrizaje forzoso en el aeropuerto de Barcelona
Un avión de Air Nostrum no pudo desplegar el tren de aterrizaje y recorrió la pista sobre la panza con 40 pasajeros a bordo
El aeropuerto de Barcelona fue testigo en menos de 24 horas de dos aterrizajes de emergencia de dos aviones de la misma compañía aérea y provocados por los mismos motivos: un fallo en el despliegue del tren de aterrizaje de las aeronaves.
Poco podían imaginar los 40 pasajeros que subieron al avión IB 8665 de la compañía regional Iberia-Air Nostrum, que despegó hacia las 14 horas de ayer de Valladolid, lo que les iba a suceder poco después. El vuelo transcurrió plácidamente hasta la llegada a Barcelona, a las 15.00 horas. Los pilotos detectaron un problema en el tren de aterrizaje y tuvieron que realizar una maniobra de emergencia a las 15.06 horas.
Al tomar contacto con la pista principal, la aeronave impactó con el suelo de un modo "más violento de lo normal", según explicó Javier Cuevas, uno de los pasajeros. Sin embargo, lo que alarmó a los viajeros es que a continuación se sucedieron movimientos bruscos. "Seguimos avanzando dando botes, como si el firme estuviera lleno de baches, a lo largo de unos 700 metros", relató Cuevas, que oyó "ruidos metálicos". Miquel Cañizares pudo ver desde su asiento "una corriente de fuego y humo". Finalmente, el avión paró en seco. La panza del aparato quedó completamente apoyada sobre la pista. Una de las alas sufrió daños al chocar contra una baliza.
"Avanzamos 700 metros dando botes, como si hubiera baches", relata un pasajero
"¡Todo el mundo fuera, todo el mundo fuera!". La orden a gritos del personal del avión acabó de conmocionar a los pasajeros, a los que se prohibió coger cualquier bulto. Tan sólo se abrió una puerta que desplegó una pequeña escalera, por la que bajaron los pasajeros de forma ordenada. Al salir al exterior, se les conminó a que corrieran, ante el peligro de una posible explosión del avión. Los pasajeros se alejaron a la carrera, en medio de la pista, en direcciones diversas. "Yo corría sin ninguna referencia clara a la que poder acudir", explicó Cuevas. Afortunadamente, el avión se mantuvo estable y en unos minutos acudieron tres vehículos del aeropuerto y los bomberos, que cubrieron de espuma el aparato.
Algo más tranquilos, el grupo de pasajeros se reunió en un punto de la pista. Los servicios de emergencia atendieron a las personas con pequeñas crisis de ansiedad y a dos heridos leves, uno de los cuales sufrió una torcedura de tobillo al salir corriendo del avión. A todos se les trasladó en autobús a la terminal, en una de cuyas salas la Guardia Civil tomó los datos de los afectados para realizar el atestado. Después, se les entregó el equipaje y cada pasajero se marchó hacia su destino.
La compañía Air Nostrum había cancelado el vuelo previsto entre Valladolid y Barcelona de las 10.40 horas por motivos técnicos, según se comunicó a los pasajeros que tenían billete. Pasado el susto, Javier Cuevas, que tuvo que esperar más de tres horas antes de iniciar el viaje, se preguntó si el avión accidentado era el mismo, que no había sido bien reparado.
La aeronave accidentada es un reactor CRJ 200 fabricado en 2001 por la canadiense Bombardier, que Air Nostrum adquirió el pasado diciembre y que, según la compañía, "había superado todas y cada una de las revisiones de mantenimiento de forma satisfactoria". Este modelo, de 50 plazas, es de los más utilizados por el sector en vuelos de carácter regional.
La compañía, que acreditó la experiencia del piloto afirmando que ha realizado más de 5.000 horas de vuelo, explicó que el avión tomó tierra sin el tren de aterrizaje desplegado por causas que se desconocen y que está indagando la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación Civil. La empresa aeronáutica señaló en un comunicado que pondrá los medios técnicos necesarios y humanos para colaborar en las pesquisas oficiales.
El avión permaneció en la pista principal de El Prat hasta las 19.50, a la espera de poder ser remolcado por una gran grúa. El aeropuerto de Barcelona funcionó con una sola plataforma. Este hecho y las condiciones meteorológicas adversas en diversos aeropuertos europeos provocó retrasos medios de 30 minutos en buena parte de los vuelos. Cinco horas después, una grúa levantar el avión, que finalmente pudo desplegar el tren de aterrizaje. Un remolcador lo empujó hasta un espacio aislado de las instalaciones. La pista volvió a quedar operativa media hora más tarde, después de que los operarios limpiaran la superficie.
El de ayer fue el segundo accidente de un avión de Air Nostrum en 24 horas en el aeropuerto de El Prat. El martes, otra aeronave de esa compañía y procedente de Pamplona, en este caso un modelo de hélice, tampoco pudo desplegar el tren de aterrizaje delantero en el momento de tomar tierra. En esa ocasión, el morro del avión quedó postrado sobre la tercera pista del aeropuerto. Las instalaciones pudieron mantener la operatividad habitual mediante el uso de la pista principal y, de forma auxiliar, la transversal, ésta última normalmente fuera de servicio. El viento impidió ayer utilizarla como recurso suplementario y el número de operaciones se vieron restringidas.
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